tag:blogger.com,1999:blog-54014667901168278362024-03-05T03:03:05.510-08:00veronicasUn lugar para conversar sobre lo vivencial y el psicoanálisisVerónicahttp://www.blogger.com/profile/05340936166928057048noreply@blogger.comBlogger84125tag:blogger.com,1999:blog-5401466790116827836.post-15577878509219023572012-10-09T11:58:00.001-07:002012-10-09T11:58:41.912-07:00Liú. El amor y el goce<i>Para E., que una vez iluminó para mí este personaje.</i><br />
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<i><iframe allowfullscreen="allowfullscreen" frameborder="0" height="315" src="http://www.youtube.com/embed/pz8iKx5mgmQ" width="420"></iframe><br /></i>
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Lacan tiene una frase con relación al tema del amor: “<i>Sólo el amor permite al goce condescender al deseo</i>”, dicta en su Seminario X La Angustia, y que involucra a tres conceptos en interrelación. Hace del <b>amor</b> un mediador entre el <b>goce</b> (autoerótico, del Uno) y el <b>deseo</b> -que tiene que ver con el campo del Otro-.<br />
Las <i>condiciones de elección del objeto de amor, las causas de nuestro deseo y las fijaciones de goce</i> están cristalizadas e interrelacionadas entre sí para cada uno de nosotros de una manera particular. Por lo que, cuando se habla de amor, necesariamente se trata también del deseo en ese sujeto, y pueden atisbarse ciertas fijaciones libidinales, de goce, al escoger a éste y no a otro partenaire. Es el amor condicionado por el modo de gozar de cada quien. O también podríamos decir, en el amor está escondido, velado, <i>el objeto a</i>.<br />
El goce (la satisfacción que se procura sólo del Uno -el goce es siempre goce del cuerpo propio-) de alguna manera se enlazará con el Otro, y esto es posible a través del amor, señaló Lacan. El sujeto se ha constituido de manera inicial mediante la operación del significante (del Otro) sobre la Cosa, y de esta operación, que nunca es completa, siempre queda un resto no simbolizable. Lo que no entra en el Otro, lo que del goce no pudo reabsorberse por entero en el Otro, se le llama objeto a…
Al sujeto le queda ir a buscar en el Otro el objeto de satisfacción de su propia pulsión, y el amor sería un lazo que permitiría ir del Uno al Otro, esto es, del goce del Uno, a la búsqueda de un objeto de deseo en el campo del Otro, haciendo “condescender”, de este modo, el goce de la satisfacción pulsional al mecanismo del deseo.<br />
<b>Turandot<i></i></b>, esa bella ópera de Puccini, pone en juego a tres originales personajes, conmoviéndonos como siempre lo hace el enaltecimiento del amor, el obstáculo que enfrenta la procuración del amado(a), la vicisitud del deseo y el enredo terco que depara toda fijación.
La gélida princesa china, Turandot, convirtió su propio cerco de alejamiento del encuentro amoroso en tres enigmas que todo pretendiente debería resolver para desposarla, y aquél que no los descifrara moriría decapitado. Pero Calaf, el príncipe extranjero, en virtud del amor por esta bella y cruel princesa, está dispuesto a someterse al desafío insensato que ha prescrito ella: está decidido a jugarse la vida. Sometido pues, y sin titubeos, ha escogido a esta frívola amada, y con ella se ha adentrado en tal situación en la que apuesta nada menos que su vida… ¿no puede verse aquí cómo las condiciones de amor, y la fijeza del goce, se empalman con lo absoluto, en la terquedad de que de ha de ser ésta mujer y no otra? (Los tres ministros de palacio cantan intentando persuadirle: <i>hay cientos de mujeres, todas tienen dos brazos, dos piernas</i>, y le piden al extranjero que se aleje de ésta y su absurdo desafío).<br />
Y el más delicado de los personajes, Liú, la dulce y enamorada esclava, muestra aún un paso más certero, con el que hace resplandecer el goce mortífero que se juega en su propia elección amorosa: su propia muerte sacrificial. Hay una resolución, determinada por el acto de <i>la pequeña Liú</i>, que trastocará a partir de entonces las actitudes del resto de los personajes: si Liú prefiere -y decide- morir antes que revelar el nombre de su amado príncipe, de <i>aquél que sólo una vez le ha sonreído</i>, está anudando con ello el amor y lo definitivo, en un acto que ejemplariza bien cómo la demanda de amor va más allá de todo límite. (Pero, ¿acaso hay sosiego para esto?).<br />
Es una mujer, Liú, quien puede sostener el acto que hace resonar lo ilimitado del goce en la posición femenina, según las fórmulas de la sexuación: ese goce femenino que busca, si es preciso, darlo todo, a cambio de nada… al que no atenazan barreras fálicas, y sabe su satisfacción, <i>justo</i>, en el más allá de toda medida…
Se dice que Puccini, al morir, lo último que escribió fue esta escena de la muerte emblemática de Liú, agregándose luego un final a la ópera, con el triunfo del amor… Pero es su personaje de Liú, me parece, el que es ciertamente paradigmático de la esencia de esta ópera, pues es ella quien posibilita la unión, ella es el lazo mismo, es el hilo de amor que incluso unirá finalmente a Calaf -su amado-, y la princesa Turandot. Y no importa la oscuridad del sacrificio de su muerte -<i>la noche que no tiene alba-</i>: el amor habrá vencido.<br />
II.- Nessun dorma<br />
El amor, es una suplencia, uno de los nombres (¿no se trataba también de la revelación de un nombre al final de la ópera?) del gesto que mueve del adormilamiento del goce Uno a los caminos insaciables del deseo del Otro.Verónicahttp://www.blogger.com/profile/05340936166928057048noreply@blogger.com6tag:blogger.com,1999:blog-5401466790116827836.post-8771932599937693852011-12-08T13:51:00.000-08:002011-12-08T14:00:41.581-08:00Yo es otro<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgJ26pznJmGkRbTgW2f6pyaVDk6PxIdW_Xbw2iSV3VUB788-PLikn43YIbM9W5O1AzoWmOvt9a66mqYpUzjlsxtKdAw1K1UcfnRmi4NsmTSVEwaa4Ediz-Ljr1-tuxYCPS88sUMatQsbHDl/s1600/IMG_0042.JPG"><img style="float:right; margin:0 0 10px 10px;cursor:pointer; cursor:hand;width: 240px; height: 320px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgJ26pznJmGkRbTgW2f6pyaVDk6PxIdW_Xbw2iSV3VUB788-PLikn43YIbM9W5O1AzoWmOvt9a66mqYpUzjlsxtKdAw1K1UcfnRmi4NsmTSVEwaa4Ediz-Ljr1-tuxYCPS88sUMatQsbHDl/s320/IMG_0042.JPG" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5683879179393983698" /></a><br />La frase es del poeta Rimbaud, y puede tomarse para dar cuenta de la profunda extrañeza del hombre ante sí mismo.<br />La excentricidad radical del sujeto con respecto al individuo, es la clave de lo que la teoría psicoanalítica ofreció al pensamiento moderno: no hay transparencia respecto de sí mismo, hay algo, otra cosa, que habla cuando yo no <em>quiere</em>, que asalta continuamente la redondez de la propia creencia en lo que se es, que molesta, que se equivoca, que revela facetas insospechadas, y que se hace sentir, a pesar y, a través, de todo lo que <em>Yo piensa</em>.<br />Freud desató tal tornado con respecto al estudio de la subjetividad: que el núcleo de nuestro ser no coincide con el Yo, que el sujeto no es exactamente quien dice serlo. Y que, desde su primigenia constitución, este asunto de la primera identificación en la vida, cuando nos identificamos con nuestro propio Yo, lleva la marca de la alteridad del otro.<br />Se arrebata la imagen del otro (estadio del espejo) y se hace propia, <em>se hace Yo</em>, justo para desconocerse allí como sujeto del inconsciente. El Yo tiene entonces una función imaginaria, pues es auxiliadora ante la punzada de lo real de la propia fragmentación, y sólo el recorrido del análisis le permitirá acercarse a esta raíz: allí donde se puede tocar su verdadero fin, que es “la subjetivación de la muerte”, dice Lacan.<br />Una experiencia de análisis personal se juega en sentido inverso a este mecanismo identificatorio mediante el cual, en su momento, huimos de la castración. En el consultorio, el paulatino trabajo con un analista consistirá, esencialmente en la des-identificación. Que pueda advenir, al lugar del desconocimiento que es el Yo, el sujeto del inconsciente, según la traducción lacaniana del acometido que Freud proponía para el análisis: <em>Wo Es war, soll Ich werden</em>.<br /><strong>Yo es otro</strong>, dijo Rimbaud haciendo estallar las reglas gramaticales. Yo es otro que no soy yo mismo, yo es otro en el que me desconozco, yo es otro que piensa por mí, yo es otro del que era, yo es… <br /><br /><br />E.<br />Verónicahttp://www.blogger.com/profile/05340936166928057048noreply@blogger.com6tag:blogger.com,1999:blog-5401466790116827836.post-78627803369755876952010-05-24T15:43:00.000-07:002010-05-24T15:48:31.642-07:00Cartas Ave<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhwHSVQbM3RBbNsJeiSQyEqXzioj3nGdwJCb6RjJRzzM6YMTlwvmZkdUVH2mw2k9LMdYyWHZvtyvbiSyRkJCU_rakdd2JTLADh-OF0BlgrHIeKbuTfE0NBBmTf68ol1q-Fdt0r50DRpCuAR/s1600/Pajaro.jpg"><img style="float:left; margin:0 10px 10px 0;cursor:pointer; cursor:hand;width: 262px; height: 320px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhwHSVQbM3RBbNsJeiSQyEqXzioj3nGdwJCb6RjJRzzM6YMTlwvmZkdUVH2mw2k9LMdYyWHZvtyvbiSyRkJCU_rakdd2JTLADh-OF0BlgrHIeKbuTfE0NBBmTf68ol1q-Fdt0r50DRpCuAR/s320/Pajaro.jpg" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5474972055949482594" /></a><br /><strong>Pie y ala</strong><br />Siempre he sucumbido con muy buen ánimo al letargo, a que las horas pasen y se entretengan conmigo, a que luego me aparten sin nada de prisa, dejándome de nuevo en mi esquina apacible. En otras épocas, incluso, yo también creía en la exaltación y en el deber (a veces confundidos entre sí, en el colmo de alguna tarea exagerada) pero sólo intentaba el recorrido para comprobar la futilidad de estos espejismos.<br />La quietud de un banco, las piernas descansadas, la no-importa-quién compañía para escucharme decir cualquier cosa. La risa, todo un estampido gozoso al <em>hacer caer </em>otro dios más. Siempre supe que el abismo estaba ahí, a un paso mío ineludible. Me seguía entreteniendo mucho mi afán de hundirme, de no ser nada, de autodestruirme, y de avanzar ya… tal vez volar.<br /><br /><br /><strong>Proximidades</strong><br />Yo también lo veía, claro está. Reconocí enseguida, con una sagacidad tramposa, que hubo otra época en la que el tiempo de exposición de su cara en mi retina había durado más que unos pocos minutos. Pero, viéndolo avanzar hacia mí, y habiendo ya perdido el camino del por qué, del quién era ese, en qué fecha estuvimos frente a frente, sólo pude tantear en el aire algunas cortesías de rigor… <br />Lo que menos me perdonaba en ese instante era la sacrílega confusión de no distinguir bien si había recibido a ese hombre en consulta, o si me había acostado con él en alguna de las noches más turbulentas de aquellos años míos. Lo miré otra vez y sus ojos insistían en destellar. La medio sonrisa que esbozaba ahora terminó al fin por convencerme: no sería fácil adivinar tan rápido al ser y su circunstancia. <br />Y ese caro amor, la Transferencia, que en consulta Eros teje como un halo de deseo hacia el amo-amado-analista, torcía aún más mi camino mental de desciframiento, pues… ¿acaso no es amor, también, la transferencia? Ya sin remedio, me rendí ante la duda de si lo había recostado en mi diván o en mi inmensa cama.<br />Creo que me comporté a la altura de mi perplejidad: le sonreí sosteniéndole mi mirada, también encendida, y esperé así su más ágil y primera reacción. Y entonces habló. Por fin escuché que todavía se cuidaba de sus propias palabras ante mí. Hablaba con toda la delicadeza y el sometimiento de aquél que sí conservó su amor intacto y que no lo exorcizó gastándolo en jadeos y sudores hasta hacerlo morir. Él seguía moviendo sus manos suavemente, aireando su eterno Quiero pero no puedo. Y así, tal como en aquellas sesiones en que yacía recostado de espaldas a mi ¿tantas fueron?, siguió moderando con entonación épica su relato, ¿el mismo aún?, sin permitirse el encuentro con mi mirada. Me dijo al despedirse, como si se sintiera obligado, Sólo una vez más volví a sufrir de aquel terror, pero fue en un sueño, <em>en realidad </em>nunca más ha reaparecido. <br />Pero yo no recordaba nada en absoluto de su vida, ni su nombre siquiera. Y hacía muchos años que yo me dedicaba ya a otra profesión.<br /><br /><br /><strong>Le TGV</strong><br />Sólo pensaba en él. Cada mañana me levantaba con la feroz convicción de que esta vez sí iba a perderlo de verdad. Sólo un té, por favor, Un croissant, un café? Non, merci, j’ai peur de rater mon… Una sonrisa basta, es sabido que nadie escucha los finales, y las frases se quedan así, abiertas y desamparadas, con sus últimos vagones sobreentendidos. <br />El tren no espera, me ha advertido Véronique, debes estar a tiempo para abordarlo. La prisa entonces se me desliza en reto, y toda mi dignidad se medirá como triunfo de ser una viajera puntual. Pasillos, estaciones, Paris continua sin pausa su agitada vida también en el submundo. Sigo corriendo, mis zapatos apurados se acompasan muy bien entre los tumultos de abrigos que avanzan. En un instante, la cojera de alguien perturba ese ritmo compartido y me hace volver en mí. ¿Y qué era yo ahí? ¿Eh? Mi reloj. Yo no era más que eso, algunos minutos engastados en un cuerpo que ya esperara tranquilo en el andén. ¿Lo lograré? ¿Habré sido buena?<br />El tren llega, justo y brillante, como esperado… Ni me acoge ni me esquiva, Su Inmensidad acerada. ¿Qué me forzaba a estar tantas veces ahí, parada ante Él, cumplidamente a tiempo, anhelando <em>todavía</em> su consentimiento?<br /><br /><br /> <strong>Ave de paso</strong><br />Soy el ave, un ave tartamuda de quien nadie quiere saber. Me escondo feliz entre los paisajes más concurridos, allí en el que todos saben cómo conversar y caminar entre la gente. Al descubierto estará siempre lo que se puede decir. En la intimidad, <em>precioso amor mío</em>, aparece nocturno lo intangible, sin ser llamado, mordiéndolo todo, libándose mi sangre, tan poca ya.<br />Está lloviendo a cántaros, ¿y tantos se han roto por lo mucho que fueron a la fuente, que se nos encima ahora este vendaval? <br />De nuevo posada en rama vencida, mi plumaje húmedo y desagradable, degusto el eco de la última velada de enajenación: el humano hará un pasaje estrepitoso desde la realidad hasta la virtualidad. Esa será la nueva forma de existencia, ya no tan apresada con la animalidad y la inmediatez de los sentidos, ya no tan obvias su figura y sus vanidades. Allí en lo virtual los límites bordearán nuevas prohibiciones, poco conocidas por ahora. Preocupación intrascendente. Que nada nos empañe el disfrute entusiasta de esta novedosa transmutación. Alguien, retrógrado, sostendrá la primacía de los tocamientos reales, de la urgencia de escuchar la voz y el aliento caliente al oído, de una imposible sustitución. Pero será vencido cuando todos le demos solamente crédito al hecho y al sentimiento publicado en el éter. Nada podrá detenernos esta gracia ilusoria en la que lo privado destella, amor mío, haciéndose ya de todos y pudiendo ser más y más amados. <br />Yo también, el ave, volaré lentamente al otro lado, y ni yo misma alcanzaré a escuchar mi trino ronco.<br /><br /><br />Y no es cierto que ha sido publicado por Verónica, E.Verónicahttp://www.blogger.com/profile/05340936166928057048noreply@blogger.com6tag:blogger.com,1999:blog-5401466790116827836.post-23964689654720540302009-09-22T19:45:00.000-07:002009-09-22T19:57:52.390-07:00Narciso (I)<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg5qrmhtk_dT98A4KbCRR322K74_BySc_kSfkOWTX1_DRUu5AjBf1-O8Y0QVkv1f3q8A92_4JX5sdslO0ZNE4FxKUUCRkY_kyXPIHlHR-p6iuO9YBDUYhAPhBfKcxRn9-DLXA42_UbyOXMb/s1600-h/Narciso.jpg"><img style="float:right; margin:0 0 10px 10px;cursor:pointer; cursor:hand;width: 167px; height: 200px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg5qrmhtk_dT98A4KbCRR322K74_BySc_kSfkOWTX1_DRUu5AjBf1-O8Y0QVkv1f3q8A92_4JX5sdslO0ZNE4FxKUUCRkY_kyXPIHlHR-p6iuO9YBDUYhAPhBfKcxRn9-DLXA42_UbyOXMb/s200/Narciso.jpg" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5384490602774668098" /></a><br />Debo hablar en una conferencia sobre el <em>narcisismo</em> próximamente. Es un tema que trato de elaborar poco a poco, y pondré a la consideración de uds (críticas e ideas) cada vez que encuentre (o tropiece con) algo interesante ¿hablamos de… narcisismo?<br />Para empezar, un poco del mito de Narciso, así como me ha complacido leerlo en el Libro Tercero de las Metamorfosis, de Ovidio. <br />Se nos dice que la madre de Narciso, la ninfa <em>Liríope</em> (¿no es ya así muy poética su entrada en el mundo?) en el momento del nacimiento del bello niño, consulta y escucha la fatalidad que anuncia que Narciso sólo podrá llegar a la vejez <em>“Si a sí no se conociera…”</em><br />Conocerse entonces equivaldría aquí a la muerte. Pero, ¿de qué conocimiento sobre sí mismo se trata? ¿Del que nos es accesible, lo medianamente transparente del Yo, o de aquél otro, esquivo, que se nos escurre siempre y del que nada queremos saber?<br />El primer nudo a deshacer estaría entonces entre el conocerse (el saber) y la muerte.<br />La dualidad, que se asoma ya como siendo el eje de este mito tan bien armado, se presenta más claramente con un encuentro amoroso. <br />Unos quince años después, otra ninfa, enamorada quedó al ver la hermosura del adolescente, es la resonante Eco… (la que no ha aprendido a callar ante quien habla, ni tampoco a hablar ella primero) Ella lo contempla extasiada, y del intercambio sólo sonoro entrecruzado por los jóvenes en el bosque, surgirá todo el malentendido que inaugura el deseo. <em>“Ven aquí, reunámonos</em>”, llama Narciso, intrigado por Eco, <em>“Unámonos</em>” responde ella. Y él la rechaza: <em>“Antes morir que abandonarme a ti”</em> <em>“Abandonarme a ti”</em> repite la ninfa llorando. ¿No está aquí también, para Narciso, el embeleso que una imagen suya (sus propias palabras) le provoca, relanzada así por su desconocida partenaire? <br />Otro nudo, el de espejo y deseo, surge aquí con esta ilusión del doble que en Narciso se insinúa con la repetición de su voz en eco.<br />Pero Narciso no quiere abrazos…<em>Muchos jóvenes a él, muchas muchachas lo desearon. Pero -hubo en su tierna hermosura tan dura soberbia- ninguno a él, de los jóvenes, ninguna lo conmovió, de las muchachas</em>. <br />Y el hermoso va hacia <strong>el espejo inseguro de las aguas</strong>, se mira extasiado a sí mismo por primera vez y enloquece de amor ante su imagen en el agua. <br />El juego de insuflar en otros el deseo y no dejarse abrazar llega aquí a su fin, y destino. Por un lado, la detención es brusca: se ama por primera vez a alguien; y se sufre. Por el otro, el amado es uno mismo y (hay que oír que la queja de Narciso es sublime: <em>Lo que deseo conmigo está</em>. El objeto amado no se desprende, pero a la misma vez no se podrá asir) Es el arrebato por la belleza: <br /><em>Cuántas veces, inútiles, dio besos al falaz manantial <br />En mitad de ellas visto, cuántas veces sus brazos que coger intentaban <br />su cuello sumergió en las aguas, y no se atrapó en ellas</em><br />La pasión de amarse a sí mismo es dolorosa. Es una trampa haber hallado ¡por fin! lo idéntico… y tal ardor le llevará sin remedio a la muerte. La superficie del agua, como espejo, el precioso límite que no se puede traspasar, se transgrede y muere así Narciso ahogado.<br />Hay quienes le perfuman adjudicándole una inocencia sin responsabilidad alguna en su suerte: Narciso no se ha enamorado de sí mismo, sino de la hermosa imagen (otra) que, nunca antes vista, ha hecho nacer en él el amor. Y en este camino encontramos que la imagen amada es propia pero a la vez ajena.<br />De esta apropiación súbita de la imagen del otro vendría a tomar energía y forma esa organización que devendrá el Yo, decía Lacan. Es decir, del otro viene la posibilidad de la identificación con la imagen de sí, pero esto incluye en su tejido, a la pulsión de muerte que se manifiesta en la agresividad ante el semejante. La (hegeliana) lucha a muerte: o el otro o yo... <br />Deseo y muerte, es el último nudo que será obligado desatar. Otro mito, aquél de Edipo, vendrá en nuestro auxilio a esclarecerlo. Traerá el <em>tercer</em> elemento a esta dualidad. <br /><br />*Narciso, Caravaggio (1600)<br />**Metamorfosis, Ovidio, Libro TerceroVerónicahttp://www.blogger.com/profile/05340936166928057048noreply@blogger.com21tag:blogger.com,1999:blog-5401466790116827836.post-20643712624419420172009-09-16T07:40:00.000-07:002009-09-16T07:44:37.703-07:00Wish you were here... Y esto, como se dice en la tradición de mi familia, <em>Esto no significa nada</em>...<br /><br /><object width="425" height="344"><param name="movie" value="http://www.youtube.com/v/EAchKt2xjsw&hl=es&fs=1&"></param><param name="allowFullScreen" value="true"></param><param name="allowscriptaccess" value="always"></param><embed src="http://www.youtube.com/v/EAchKt2xjsw&hl=es&fs=1&" type="application/x-shockwave-flash" allowscriptaccess="always" allowfullscreen="true" width="425" height="344"></embed></object>Verónicahttp://www.blogger.com/profile/05340936166928057048noreply@blogger.com6tag:blogger.com,1999:blog-5401466790116827836.post-51698456780341033662009-09-04T20:13:00.000-07:002009-09-04T20:15:46.169-07:00monjes y psicoanálisis<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEijS2VQ2rF3ONcPAn_1E2B9k4WDxzTi0XNpuNYf-ev_m7F1CfXgN62sCOUkvWbA6RZUEbb_T6xLWbYz1Q8KBb_YdkHHb0ybQthuyh_5RUINpFOk31oIRCnbcA0N1E2G5gtOn-8e-LoclaYU/s1600-h/Sombrilla+entre+piscina+y+playa.JPG"><img style="float:right; margin:0 0 10px 10px;cursor:pointer; cursor:hand;width: 200px; height: 165px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEijS2VQ2rF3ONcPAn_1E2B9k4WDxzTi0XNpuNYf-ev_m7F1CfXgN62sCOUkvWbA6RZUEbb_T6xLWbYz1Q8KBb_YdkHHb0ybQthuyh_5RUINpFOk31oIRCnbcA0N1E2G5gtOn-8e-LoclaYU/s200/Sombrilla+entre+piscina+y+playa.JPG" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5377816763997561154" /></a><br />Me ha fascinado una historia increíble de aplicación del psicoanálisis dentro de un convento. Ocurrió aquí, en México, muy cerca de la ciudad de Cuernavaca, en los años sesenta.<br />El padre Gregorio Lemercier nacido y ordenado en Bélgica, llegó a México en la década del ’40, y en 1950 funda el monasterio benedictino de Santa María de la Resurrección en Ahuacatitlán, estado de Morelos.<br />Un episodio de alucinación propio sorprendió un día de 1960 a Lemercier, siendo ya prior de este monasterio, y a la mañana siguiente decidió solicitar ayuda médica. Este es el comienzo de su tratamiento de psicoanálisis individual con el Dr. Gustavo Quevedo. Unos meses más tarde, comprendió que el psicoanálisis, como terapia grupal, podría ser útil para los monjes de su monasterio y dio inicio así a esta insólita práctica dentro de los predios de una institución religiosa. <br />La experiencia de aplicar el psicoanálisis para los miembros de una comunidad tan cerrada como la conformada por los monjes de un convento, tenía la primigenia intención del prior Lemercier de “depurar la fe”, de despejar la verdadera y auténtica vocación que había llevado hasta allí a cada monje, extirpándole toda la hojarasca de debilidades, apetitos de poder, neurosis, homosexualidad, psicosis o perversiones… era el afán de <em>que ellos empezaran a vivir una religión bien entendida</em>. <br />Imagino por un instante las sesiones de psicoanálisis grupal de aquéllos veinticuatro monjes del convento, conducidas por los doctores G. Quevedo y la argentina Frida Zmud. Cuán difícil debió haber sido en ocasiones, para sus jóvenes participantes, esta encomienda a la expresión, a tomar la palabra para hablar de sí ante todos. Eran sesiones en las que se debatían, también entremezclados, los asuntos personales y los de la institución religiosa, la fe, el temblor, lo poco que cada quien ya hubiera atrapado de uno mismo, las dependencias afectivas, la vocación escogida, la convivencia de todos.<br />El sendero que se abría entonces era muy novedoso dentro de la ortodoxia del discurso religioso de la época que, sólo muy recientemente había dado, por ejemplo, el paso de celebrar sus misas en español. Pareciera como si se hubiera podido suspender en el tiempo una única vía de acceso a la verdad, aireándose otra, esta vez traviesamente médica, nueva, subversiva, incisiva sin recurrir a los fuegos del castigo. <br />El Vaticano decidió pronto tomar cartas en el asunto. Temeroso además, de abrirle cualquier puerta a los cuestionamientos de método o pensamiento arcaicos de su dogma, condenó a Lemercier a abandonar el convento y a que quedara eliminada la teoría o la práctica del psicoanálisis en el monasterio, so pena de suspensión definitiva. <br />Después de apelaciones ante el papa, sucesivas visitas de eclesiásticos a Cuernavaca, sanciones y regresos, Lemercier finalmente, en 1967, ya determinado, se reúne con sus monjes. Ante la disyuntiva de abandonar el psicoanálisis o la renuncia a los votos de la iglesia, el prior y 21 de los veinticuatro monjes toman la decisión colectiva de separarse del sacerdocio y de la vida como religiosos. El convento se clausura. <br />Fundan entonces el Centro de Psicoanálisis <strong>Emaús</strong>, ofreciendo un hogar y terapia psicoanalítica para jóvenes con diversos desórdenes, sin importar su religión o clase social. <br />Con su nueva vida laica (se añade en las biografías) Lemercier conoció a Graciela Rumayor, con quien se casó. El Centro <strong>Emaús</strong> estuvo en funcionamiento hasta aproximadamente 1979-80.<br />Pienso que algunas tempestades hacen estallar entre sí a los diversos discursos que pretenden explicar el alma humana. No es asombroso hoy en día que muchos se trasvasen, se contaminen, se agranden y que acaben por desprender, poco a poco, aquello que de verdad no sirve para nada.<br /><br />*A la Sra Vicky, que me habló por primera vez de la historia, sentadas a la orilla de este mar.Verónicahttp://www.blogger.com/profile/05340936166928057048noreply@blogger.com10tag:blogger.com,1999:blog-5401466790116827836.post-85996255641686045582009-08-28T08:09:00.000-07:002009-08-28T08:10:56.942-07:00Saber su lugar<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgN7bWdoqSGZc4AQCh06HExqub4nOUICwZQ-VR-KSN6qO07LAd02OJVCbvf36cP6wKtQ0BWQLCegqiSPN96C8ffKtESPeZ96kJusHnAlVLw1By_zC0yELIZjunai1-JKrSq7i93K_vb3uMj/s1600-h/Lentesl.jpg"><img style="float:right; margin:0 0 10px 10px;cursor:pointer; cursor:hand;width: 200px; height: 142px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgN7bWdoqSGZc4AQCh06HExqub4nOUICwZQ-VR-KSN6qO07LAd02OJVCbvf36cP6wKtQ0BWQLCegqiSPN96C8ffKtESPeZ96kJusHnAlVLw1By_zC0yELIZjunai1-JKrSq7i93K_vb3uMj/s200/Lentesl.jpg" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5375032361023379730" /></a><br />“No sé qué hacer con ellos, me han acompañado tanto, me han servido, y que yo los tire así, a la basura… No puedo. Mi gran dilema ahora es dónde dejarlos.”<br />No puede separarse fácilmente de este objeto, unos espejuelos de gran aumento, inservibles ya luego de su reciente operación. Cuatro días llevan ellos todavía arropados en su bolso, y no se ha decidido hasta el momento por un lugar donde abandonarlos. Como si ningún ataúd fuera apropiado para rendirle la eternidad que merecen, tras largos años de servicio.<br />Mientras articulaba su homenaje, el dolor de tal desprendimiento y la incertidumbre de su destino, hizo ademán de ponerlos sobre mi escritorio, pero rápidamente los regresó a su regazo. Allí se estuvieron, muy atentos, durante toda la sesión.Verónicahttp://www.blogger.com/profile/05340936166928057048noreply@blogger.com11tag:blogger.com,1999:blog-5401466790116827836.post-74634469984382675132009-08-25T08:39:00.000-07:002009-08-25T09:14:08.209-07:00Sobre el acting out<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi7zpK7tWJeBBfLcRGomjSaL2uJ06ITDnw0-KXpdy7ioejmZGhkwvBSZfxCMAXzwH3XTR_PYZhtja4Huw57cmGSzr9WrvWaoz1hyphenhyphenbWoaElc6wKJb5XPN3oeWnNLHFh0uyQyzmR9cv8puROP/s1600-h/Teatro.jpg"><img style="float:right; margin:0 0 10px 10px;cursor:pointer; cursor:hand;width: 164px; height: 153px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi7zpK7tWJeBBfLcRGomjSaL2uJ06ITDnw0-KXpdy7ioejmZGhkwvBSZfxCMAXzwH3XTR_PYZhtja4Huw57cmGSzr9WrvWaoz1hyphenhyphenbWoaElc6wKJb5XPN3oeWnNLHFh0uyQyzmR9cv8puROP/s200/Teatro.jpg" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5373934542037812370" /></a><br />Siempre que estudio el concepto psicoanalítico de acting out, algo se me queda como descolocado, como si no pudiera asirlo del todo. Y sospecho que mis dificultades con él vengan de aquel viejo mito que habla de este evento como la prueba de “una metedura de pata” del analista en la cura. <br />El término <em>acting out</em>, es tomado del inglés por el psicoanálisis, con toda su resonancia teatral. Describe una acción imprevista (o su narración como escena) que ha realizado un paciente, por lo general, en el transcurso de su tratamiento, y que sorprende tanto al analista como a él mismo. Se actúa un incidente, que luego viene a contarse en sesión, como si fuera una escenificación que quiere mostrarle algo al analista. Es también, el fracaso del trabajo de recuerdo que hace el paciente en su análisis: algo se estanca y en lugar de rememorar, el paciente <em>actúa</em> un episodio.<br />El acting out estaría asociado entonces a los fenómenos de la transferencia. Así, con frecuencia se estima que cuando aparece durante una cura es porque el analista ha cometido un error: ha señalado algo indebidamente al paciente y éste se la devuelve con un acting out. Una intervención del analista en algún momento dado del análisis ha sido apresurada, desmedida o bastante inapropiada, por <em>tocar inconsideradamente la causa del deseo</em> en el sujeto, y pudiera sobrevenir esta “actuación”. <br />El acontecimiento en sí tiene carácter de exhibición. El sujeto lo cuenta por lo general como algo asombroso, como algo que él hizo sin saber muy bien por qué. Y en esta escena, tan cargada hacia lo visual, queda implicado casi siempre un objeto jugando un rol protagónico. Lacan cita el famoso caso de Kriss, relatándolo así: un individuo que temía mucho ser un plagiario y su analista trata de convencerle de que no lo es, que ese libro que ha escrito es muy original, esto el paciente no lo refuta, pero inexplicablemente sale del consultorio, va a un restaurant y pide un plato de <em>sesos frescos</em>. <br />Es una especie de mensaje que se le dirige al Otro (al analista, en este caso, quien deberá responsabilizarse por ocupar esa posición) para decirle: “Véalo, no es por ahí la cosa, Ud. no ha interpretado por donde era…” <br />Toda la escena en el acting out se ha compuesto, inconscientemente, para evitar un monto de angustia. A través de esta pequeña representación el sujeto ha evadido con habilidad (¡el histrionismo del inconsciente!) la enorme angustia que ha podido precipitarse por la intervención del Otro.<br />Sin embargo, los temidos (por los analistas) <em>acting out </em>durante el tratamiento, advierten e indican que el camino interpretativo seguido en tal caso no debería continuarse. Y que deberían pescarse, con atención, las próximas oportunidades que se presenten para regresar sobre el mensaje que ha traído el acting out a la cura.Verónicahttp://www.blogger.com/profile/05340936166928057048noreply@blogger.com6tag:blogger.com,1999:blog-5401466790116827836.post-91126115316819887262009-08-08T14:50:00.000-07:002009-08-08T14:52:56.421-07:00Vestidos y locos. G.G. de Clérambault<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi9FlBHjeiaOZgn7m9LKvdqymZmQT_WGc8eykThzh9SPjMebLIA_pVaHVvGVqvgejQFlN0emKmZv-C_zOO0VeHWHPOD1ITpCC_hq1T3-vqW1m0gxbrtA0OQq0YhyphenhyphenRDkajfdhTlepNzSi8CO/s1600-h/GGClerambault.jpg"><img style="float:right; margin:0 0 10px 10px;cursor:pointer; cursor:hand;width: 170px; height: 200px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi9FlBHjeiaOZgn7m9LKvdqymZmQT_WGc8eykThzh9SPjMebLIA_pVaHVvGVqvgejQFlN0emKmZv-C_zOO0VeHWHPOD1ITpCC_hq1T3-vqW1m0gxbrtA0OQq0YhyphenhyphenRDkajfdhTlepNzSi8CO/s200/GGClerambault.jpg" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5367714274741460322" /></a><br />Casi con el mismo ímpetu y el mismo proceder, las telas y los enfermos mentales apasionaron a Gaëtan Gatian de Clérambault. El eminente psiquiatra francés, de ascendencia noble y cultura exquisita, es considerado como uno de los grandes del período “de las enfermedades mentales” (segunda mitad del S XIX y primera del XX). Es, además, a quien Lacan reconoció como su “único maestro en psiquiatría”.<br />De escándalos y naturaleza muy diversos, numerosos eran los conducidos por la policía parisina a la Enfermería Especial de la Prefectura de París, donde Clérambault se desempeñaba como psiquiatra, desde 1920. Con ágil diagnóstico, los médicos allí debían decidir si al interno había que imputársele el delito o no, esto es, si iría a la calle o a la cárcel. El Dr. Clérambault se destaca por la formalidad precisa de sus informes de casos, por su observación certera, indagadora y firme, incluso de los detalles más ínfimos con los que podía descubrir, en ocasiones, el incipiente comienzo de una psicosis. Su intuición le señalaba que, una vez ya frente a una psicosis desencadenada, podía llegarse con persistencia durante la entrevista, a la confesión de los primeros indicios, al primer desgarro de identidad que había sentido el aquejado. Así logró sistematizar el <em>Síndrome del Automatismo Mental</em>, como un conjunto de fenómenos iniciales de carácter mecánico, sin tonalidad afectiva, no sensorial y atemáticos, que sufría el psicótico, experimentando trastornos que se le imponían como automáticos e intrusivos (ejemplo: enunciación de actos, impulsiones verbales, anticipación del pensamiento, etc.)<br />Su nombre recorre los diagnósticos psiquiátricos también cuando se habla del <em>síndrome de Clérambault </em>o de la <em>erotomanía</em>, que describe los delirios pasionales (el paciente tiene la certeza de que una persona, por lo general de condición superior, le ama infinitamente) y que este avezado psiquiatra supo distinguir con precisión de las psicosis alucinatorias. <br />Tal genialidad como clínico iba de la mano de su íntimo deleite por las vestimentas de las mujeres, fundamentalmente árabes. Esta secreta pasión, avivada cuando su paso por la guerra en aquéllas tierras durante su juventud, se convirtió en su fascinación o fetiche, acompañándole durante toda su vida de solterón. Se rodeó de silenciosos maniquíes, estudiando minuciosamente las caídas de las telas, los drapeados y plisados, la disposición de los tejidos sutiles sobre los cuerpos femeninos. Llegó a impartir clases sobre esta materia durante un tiempo en la Escuela de Bellas Artes. <br />Era la misma mirada que él posaba con una curiosidad feroz ante el loco y ante el movimiento de una tela. Ni síntomas ni posturas escapaban de su fina observación clínica, pudiendo así detallar con delicadeza unos y otras. A pesar de que se jactó de dejar su obra “inédita” (sus discípulos luego escribieron por él), Clérambault reveló un agradecido legado para estudios posteriores, en ciencia y arte.<br />A partir de una operación de catarata de muy poco éxito y con grave temor de quedarse ciego, en noviembre de 1934, el altivo psiquiatra se sentó en un sillón frente al espejo, se acercó su vieja pistola a la boca y se disparó. Había dejado escrito que: <em>“Tenemos nuestros ojos a disposición de cualquier colega que desee examinarlos.” </em><br />Sus ojos… una ofrenda.Verónicahttp://www.blogger.com/profile/05340936166928057048noreply@blogger.com6tag:blogger.com,1999:blog-5401466790116827836.post-66490836962263681042009-08-02T16:46:00.000-07:002009-08-02T16:48:36.051-07:00Estadio de regreso<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEglNLnTSheU5ABCV9WT1tSjQAQe5JiaoI0ifaVAp6ZOIMOVdSTtGDTvXdVBOUWrGuxVZ1QB9KjksNXbOOh6dM637-3FoBA_603WM3DQVlUZjdnqI1HKEDCowKmfPk6Z1zI50K0pTa-Uy1zp/s1600-h/asfalto.jpg"><img style="float:right; margin:0 0 10px 10px;cursor:pointer; cursor:hand;width: 189px; height: 200px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEglNLnTSheU5ABCV9WT1tSjQAQe5JiaoI0ifaVAp6ZOIMOVdSTtGDTvXdVBOUWrGuxVZ1QB9KjksNXbOOh6dM637-3FoBA_603WM3DQVlUZjdnqI1HKEDCowKmfPk6Z1zI50K0pTa-Uy1zp/s200/asfalto.jpg" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5365517563595793842" /></a><br />Regreso y no sé bien adónde ni de dónde.<br />Corrí durante mis vacaciones casi cada mañana en mi antiguo estadio de la universidad. En serio. <br />Los primeros días, iba a correr junto a mi amigo el Poeta. Pero luego de un accidente menor suyo y, creo, de nuestro mutuo aturdimiento habitual (tenemos una relación un poco a lo Myrna e Ignatius Reilly –es una broma, con su perdón), debí seguir corriendo sola. <br />Las calles para llegar hasta el estadio me parecían nuevas, nunca vistas, a pesar de (y seguramente debido a) la suciedad y al derroche de no –me –importa- que ha devorado a La Habana. <br />La entrada, una vez contorneados los inmensos muros de la Universidad, es el lugar lúgubre donde inicia la contienda verdadera entre el ánimo y la pereza matutina. El estadio sigue estando custodiado por adormilados con uniforme. Gente rara que va a dejar sus horas y sus días en ese borde definitivo entre el sol exagerado de las calles, y la cueva tan oscura e intimidante que es el recinto de entrada al estadio. Uno desciende presuroso a ese submundo del deporte, y sólo pide no tener que respirar el hedor de sus primeros escalones ennegrecidos. Libres baños improvisados las esquinas de toda la escalera. Pero se atraviesa, y una vez abajo, ya regresa toda la luz. <br />Algunos pocos desde tan temprano todavía dan vueltas a la pista. En una misma dirección todos. Siempre.<br />Ahí el <strong>start</strong>, marcado a mano (¿alzada?) en un terreno que ha sido increíblemente asfaltado, es bastante respetado por los corredores improvisados como yo. La hierba crece libre por todos lados, incluso en aquellos sitios donde no se le ha esperado jamás. Aisladas basuritas terminan por descomponerse al sol y a las pisadas. Entonces unas gradas absolutamente vacías sonríen venciéndole siempre a todo aquel que ya arranca, con ilusión, cuidando el paso. Y como si empujara, casi con desespero, el sol azota en la espalda en cada carrera, reservando enfrentarnos de viva cara hasta la mitad de cada vuelta. <br />El aire en tal explanada es delicioso y claro cuando hago la primera inspiración profunda. Respiro también los aullidos de guaguas no muy lejos, allá junto a la Facultad de Física donde hace mucho tiempo, me parece, conocía a alguien. Un hospital severo me resguarda desde lo alto.<br />Los saludos cruzados entre jadeos, al tercer día de vernos correr, y los desconocidos somos ya corredores como hermanos. ¡Qué pista, hermana y todo! <br />Si, se corre en círculos (apuntó B), en esa pista también agrietada. Se vuelve a pasar junto a su orilla enyerbada, el terco hierro ya doblado allá en el fondo, un lastimoso cachorro que sin piedad pide comida o cariño, es lo mismo. Siempre vuelve eso que se repite sin poder desprenderse uno de alguna circularidad que ha sido abrazada. Por momentos puede sólo pensarse en llegar una y otra vez a la meta, en nada más.<br /> Cruzo de nuevo la línea insegura del <strong>start</strong>, aunque no tantas veces como atleta, sudando con gusto, ¿doy otra más? Ya muchos se han ido. Es hora. Salgo por fin del estadio.Verónicahttp://www.blogger.com/profile/05340936166928057048noreply@blogger.com10tag:blogger.com,1999:blog-5401466790116827836.post-69178410675353495042009-07-08T08:38:00.000-07:002009-07-08T10:19:57.756-07:00En La Habana<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgx3P6AZ042G3YxiZSPuII1CHBv-Nf-ZpCiklCsoqfXJ4y7qDNR39yclM9Q4LuZwda91POpW3Js3JYiZCO1JaH-wqhRxTzJ2aB1kVxUIaQ39BARSQ0IjlpBq2pHyrvhrXg-FPyvB2Zz4f1B/s1600-h/consulta+001.jpg"><img style="float:right; margin:0 0 10px 10px;cursor:pointer; cursor:hand;width: 179px; height: 200px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgx3P6AZ042G3YxiZSPuII1CHBv-Nf-ZpCiklCsoqfXJ4y7qDNR39yclM9Q4LuZwda91POpW3Js3JYiZCO1JaH-wqhRxTzJ2aB1kVxUIaQ39BARSQ0IjlpBq2pHyrvhrXg-FPyvB2Zz4f1B/s200/consulta+001.jpg" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5356140288501900274" /></a><br />Una tarde, mientras conversaba con otro psicoanalista sobre el “increíble” resurgimiento del psicoanálisis en Cuba (socialista), a partir de la existencia de un grupo de jóvenes en La Habana ávidos por leer a Lacan y formarse como analistas, coincidíamos (¿marxistamente?) ambos en que para este renacer tendrían que haber convergido circunstancias sociales (¡y personales!) muy específicas.<br />La historia más oficial y formalizada acerca del psicoanálisis en Cuba, en general, y de este grupo lacaniano en particular, cuenta con versiones muy interesantes, algunas más inclusivas que otras, algunas mejor fortalecidas por haber sido escritas por sus propios participantes, cultiva en su conjunto un buen compendio de acontecimientos, de obstáculos, de éxitos, y de personas, que decidieron llevar lo más lejos posible el camino abierto por Freud, allí en suelo tropical.<br />A finales de los ochenta, pero específicamente en los años noventa, por alguna de esas incipientes grietas que el saber monolítico (no hablo sólo del académico, en este caso) empezaba a mostrar, surgió el <strong>Grupo de Estudios Psicoanalíticos de La Habana</strong>. Allí se leía a Lacan, se le trataba de entender, de mezclar con otros saberes, de insertarlo en la práctica clínica, de formalizarlo en ponencias y coloquios, de utilizarlo para explicar vivencias o acontecimientos más sociales que rondaban, por esa época, en el país, en fin, de trabajar lo más profundo posible a Freud y a una enseñanza como la lacaniana, tan incisiva, fascinante y difícil como se presentaba al abrir sus textos. <br />El <em>discurso del analista</em>, teorizado por Lacan como el reverso mismo del <em>discurso del amo</em>, renacía subversivo en esa Habana tan inolvidablemente característica a nivel social en ese período de su historia (en la década de los cincuenta ya había existido una destacada labor de varios analistas cubanos). El grupo se componía fundamentalmente de jóvenes, casi la mayoría aún estudiantes, unos más entusiasmados por la epistemología y lo filosófico, otros inclinados más hacia la clínica, mordidos todos por el deseo de saber, de ser analistas, de difundir el psicoanálisis en la ciudad, ánimos que aún hoy en día de alguna manera se mantienen.<br />Este <em>discurso</em> (o tipo de lazo social) llamado <em>del analista </em>es solidario del descreimiento en las tendencias totalizadoras o, como se explica en la clínica, es el que denuncia la ilusión de que haya respuesta (uniforme) para todo malestar, y una misma solución para todos los sujetos. Es el que no confía en un gran Otro pleno y no castrado, sino que intenta rescatar la particularidad de cada quien y su propia responsabilidad con su síntoma. No cree, y por eso subvierte, por ejemplo, el afán de las corrientes psicoterapéuticas que reposan en el sentido, que refuerzan las identificaciones del individuo para que siga el sendero de la mayoría en la sociedad. <br />Y allí existió, junto a una biblioteca abierta y bastante completa, una <em>Consulta</em> de psicoanálisis… y ciertamente, algunos analistas.<br /><br />*La entrada a la Consulta de Psicoterapia Psicoanalítica, La Habana.Verónicahttp://www.blogger.com/profile/05340936166928057048noreply@blogger.com6tag:blogger.com,1999:blog-5401466790116827836.post-29331496597450086272009-06-30T17:45:00.000-07:002009-06-30T17:51:09.966-07:00Lacangust(i)a<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi-2dM6hyIW6_ga_htQNzg4L9vxMAiA9N_dcfcMjc8wIDINqZvDtFdVNHWVkWM-Wre-wV4OQjh4tUVLF12fMfiH01Awnn0rJAQw0atXvKs_p3mB9NRbxK-33oFXFbVlDJnJwFD0z3vPgpN1/s1600-h/acroberos%5B1%5D.jpg"><img style="float:right; margin:0 0 10px 10px;cursor:pointer; cursor:hand;width: 148px; height: 200px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi-2dM6hyIW6_ga_htQNzg4L9vxMAiA9N_dcfcMjc8wIDINqZvDtFdVNHWVkWM-Wre-wV4OQjh4tUVLF12fMfiH01Awnn0rJAQw0atXvKs_p3mB9NRbxK-33oFXFbVlDJnJwFD0z3vPgpN1/s200/acroberos%5B1%5D.jpg" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5353287870068854386" /></a><br />Uno de los párrafos con los que Lacan trata de introducir el concepto de la angustia, en su Seminario 10, nos ha entusiasmado a escribir este texto entre dos, <strong>Beno</strong>, lector de este blog, y yo.<br />Lacan se sirve de la fábula siguiente: uno está delante de una gigantesca mantis religiosa que avanza. Ya de por sí, el ritual de apareamiento de estos animales hace que uno se encuentre en un momento difícil. La propuesta de Lacan es que como el sujeto no sabe qué máscara lleva puesta ante esa mantis exageradamente enorme (y él no ve su propio reflejo en el espejo del globo ocular del bicho), lo que emerge es la <em>angustia ante la incógnita del deseo del Otro</em>. <br />Para el sujeto se abrirá esta interrogante sobre el deseo del Otro, que Lacan formula tomando la expresión <em>Che vuoi?</em> o traducido, <em>¿Qué me quieres? ¿Qué quieres de mí en este lugar del yo?</em> El enigma sostenido, no saber qué se quiere de nosotros, tiene como correlato la angustia. Es a partir de la mirada (lo escópico) que se ha entrevisto una amenaza. Es el misterio. Qué respuesta ofrecer allí ante ese deseo.<br /><br />¿Qué quiere él (ella) <strong>en</strong> mí?<br />¿Qué, me quiere?<br />¿Qué quiere que yo sea?<br />¿Qué quiere, que yo sea?<br />¿Qué quiere? ¿Que sea yo?<br />¿Qué quiere?...Qué sé yo!<br /><br />Y se descubre entonces que la angustia de tener (porque hacia allí se debe ir) que enfrentar la mirada deseante (y aniquilante) era lo único que nos impedía transformarnos en piedra.<br />Máscara y espejo -espejo temido y anhelado -terrible cuando no nos devuelve nuestra imagen tranquilizadora (¿no estaba ahí para eso?) sino la ausencia, terrible – y sólo de pensarlo, pues, angustia – cuando nos devuelve nuestra propia imagen real, sin máscara, cuando ve a través…<br /><br />...La situación paraliza mucho antes que el veneno. Sirviendo ahí con mucho afecto a un amo, al Otro. <em>Pero… ¿qué me quieres?</em> No se puede ver él en ojo de ella. Que la traviesa ya avanza, la mantis, hacia él. Es pozo inquietante su boca ya abierta. No, no es esta hambre. Lo que aparece es Cupido que, feroz, se dirige a él: <em>Yo sé que serás simiente.</em> Será la vida de los hijos lo que verdaderamente importa. Es el sacrificio de los machos, porque el riesgo de desaparecer (¡y la angustia!) surge si no se sabe qué clase de alimento se puede ser ahí ante las fauces abiertas del Otro. Heroísmo o hedonismo, pero a favor de la especie se decidió destacarlos Darwin. Tan bien la canalizó, que puede iluminarnos algo sobre la nuestra.<br /><br /><br /><strong>La situación paraliza, mucho antes que el “¡Ven!” (Henos hirviendo ahí con mucho afecto)<br />“<em>Aún amo al otro, pero ¿qué? ¿me quieres?</em>” <em>–“No sé</em>…” -puede ver el enojo de ella que le atraviesa ya... <br />Avanza la mantis hacia el esposo. Inquietante, su boca ya abierta…no, no es estambre lo que aparece escupido. ¡Qué feroz! Se dirige al Yo: ¿Qué serás si mientes? Era la vida de los hijos. Lo que verdaderamente importa es el sacrificio de los machos. Es el riesgo de desaparecer (¡y la angustia!) surge si no se sabe qué clase de alimento se puede ser ahí ante las fauces abiertas del Otro. Heroísmo o hedonismo, pero a favor de la especie se decidió. De esta, Carlos (Darwin), también Lacan, a(n)alizó que puede iluminarnos algo sobre la nuestra.</strong><br /><br />...y entonces un viento pasa - ¿o era el soplo de su boca? - y lo apaga todo. De tanta repentina luz.<br /><br />*Acróbatas. Foto tomada por Beno.Verónicahttp://www.blogger.com/profile/05340936166928057048noreply@blogger.com4tag:blogger.com,1999:blog-5401466790116827836.post-45031756533562563432009-06-20T17:16:00.000-07:002009-06-20T17:26:23.844-07:00Imposibilidad<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhb7IE-fRcmzjaXOou9XVEfvusy9qmRlEF3mrWJYDa8cbDWOS3LaDF41us8RbFqYzZJ_9ZpLboCPqAEbtodHJ0aOvpGwEhYZ8zBawqQmJVYT4zHUd5dVds-KqEO3viFV7hpr7X6iFCgcCp7/s1600-h/Miguel+Angel.jpg"><img style="float:right; margin:0 0 10px 10px;cursor:pointer; cursor:hand;width: 200px; height: 197px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhb7IE-fRcmzjaXOou9XVEfvusy9qmRlEF3mrWJYDa8cbDWOS3LaDF41us8RbFqYzZJ_9ZpLboCPqAEbtodHJ0aOvpGwEhYZ8zBawqQmJVYT4zHUd5dVds-KqEO3viFV7hpr7X6iFCgcCp7/s200/Miguel+Angel.jpg" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5349570589130590098" /></a><br /><em>La relación sexual no existe</em>… Esta es una de las frases canónicas de Lacan que se deslizan de su enseñanza provocando más bullicio. En ocasiones se ha repetido muy huecamente este aforismo lacaniano. Y de lo que trata esta aseveración es de una imposibilidad: de lo imposible de la armonía en cuanto a la sexualidad. De lo real como imposible (imposible de aprehender desde lo simbólico). <br />(Para aquellos que siempre se intranquilizan cuando la escuchan… situemos con prisa: <em>pero sí existen las relaciones sexuales</em>)<br />Los seres humanos, lo somos porque el lenguaje intercedió constituyéndonos como tal. Y la sexualidad (<em>eso que “cojea” siempre </em>entre nosotros) está cincelada por los efectos del lenguaje sobre el ser. Es decir, que entre un hombre y una mujer, está ineludiblemente ya la palabra atravesada. Por lo que, también el objeto que nos satisfaría sexualmente, es de una armazón significante.<br />Los animales, en cambio, no se enredan afanosos en buscar salidas a su comportamiento sexual, pues cuentan con el código del instinto. Y en su animalidad, tanto el objeto sexual, como su solución de satisfacción, no están entretejidos por lo engañoso de la palabra. El venadito tendrá su venadita… y sabrá casi con precisión toda la técnica de cortejo, acceso y satisfacción en el momento adecuado. (En el colmo de no sé qué condición de homo sapiens, me tomo la potestad de hablar por ellos, de ellos, sin ser ellos, y habiéndolos visto muy pocas veces en mi vida!)<br />Decir que no hay relación sexual, a partir de Lacan, tiene que ver con que no hay proporción (correspondencia, reciprocidad) entre los sexos, que ellos no son complementarios entre sí. Entonces… que en los humanos, la una no es diáfanamente para el uno… O quienquiera sea el partenaire sexual.<br /><em>La no relación sexual </em>en la teoría lacaniana se refiere a que lo concerniente a la sexualidad no es escribible, que no puede formalizarse en términos del significante. Que esto pertenece a lo real, que no es simbolizable. Y lo que vendrá a sustituir esta imposibilidad es el goce fálico. Es decir, no hay relación (proporción) sexual entre el macho y la hembra, por tanto lo único que el inconsciente puede escribir sobre este agujero esencial, es el goce fálico, ese goce que toma como referencia al falo, un significante primordial y universal. Cada quien se ubicará a uno u otro lado (y esto comprende a las inclinaciones homosexuales, casi exclusivas de nuestra especie) tomando como eje este tipo de goce, digamos, permitido, simbolizable. De otros goces, imposibles de apresar fálicamente, no es seguro que pueda escribirse algo…<br /><br />….y este blog mismo, que Verónica ha fantaseado con dejar ya próximo a su aniversario, también sospecho que ha querido ser una búsqueda de interlocutor, de complementariedad. <br />Y, bueno, de ese malentendido… no siempre se puede escapar. Está ahí, ¿ves?<br /><br />*La creación de Adán (Detalle), Miguel ÁngelVerónicahttp://www.blogger.com/profile/05340936166928057048noreply@blogger.com4tag:blogger.com,1999:blog-5401466790116827836.post-28723350210455552602009-06-14T11:16:00.000-07:002009-06-14T11:18:11.114-07:00pacientes…<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjmASv61Hx-Sxu7hYloJu4fWeq8eNMY6GDKgn9XdLpPcaV9948rayFaN5sBAw60mzXyjPRNfxc0670PZZBw1miu9fVRZGs4dPU33R1zFje-5uTmGaMksJP_5c-50aI6JWCg2mXYoPzyzccc/s1600-h/Cancun.JPG"><img style="float:right; margin:0 0 10px 10px;cursor:pointer; cursor:hand;width: 200px; height: 142px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjmASv61Hx-Sxu7hYloJu4fWeq8eNMY6GDKgn9XdLpPcaV9948rayFaN5sBAw60mzXyjPRNfxc0670PZZBw1miu9fVRZGs4dPU33R1zFje-5uTmGaMksJP_5c-50aI6JWCg2mXYoPzyzccc/s200/Cancun.JPG" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5347249184099887650" /></a><br />Algo anda bastante mal en cuanto a la posición ética del psicoanalista si éste empieza a preferir a un paciente entre los otros. Es cierto que existen los pacientes molestos, puntillosos, los aburridos, los agresivos que batallan vivamente en sesión, los silenciosos, los que cancelan el minuto antes, los que describen con bello arte anécdotas y diálogos para evitar hablar tanto de sí mismos, los amigables, ¡muy diversos! <br />Ellos vienen en búsqueda de un cambio. Quisieran que lo insoportable o incómodo de ahora, se deshaga en la liviandad de una vida imaginada como ideal, un poco más anestesiada. Y varía mucho de un paciente a otro el empeño que pongan en este cambio, el esfuerzo de trabajo con su inconsciente, o si lo hacen descansar deliberadamente en manos de un amo de la terapia que les reconduciría al ansiado bien. En todo caso, vienen para compartir con otro lo que hasta ahora casi exclusivamente se guardaban para sí mismos.<br />Algunos se presentarán como más convencidos de querer el cambio, y otros, no tanto, que vendrán de todos modos para sólo hacer el recorrido de verificación de que nada, ninguna terapia estaría tan verdaderamente a la altura de su propio malestar como para poder exorcizarlo de una vez. <br />Cada caso es nuevo. Y con cada nuevo paciente, deberá ser olvidado todo aquello de los casos anteriores (recomendaba Freud), permitiéndose así la emergencia de lo singular de cada quien, de su síntoma, de lo que le distingue medularmente del resto, de lo que no clasifica en estándares preconcebidos.<br />La pasión que correspondería al analista, según Lacan, sería la de la ignorancia, como si no supiéramos nada y que por esto se pueda acoger la historia única que trae el sujeto. Así, se abriría espacio a lo que, en la sesión, con este paciente en particular, pueda sorprender, surgir inesperadamente. <br />La preferencia, la complacencia con un paciente determinado habla de identificaciones, de afectos, de demasiada metedura ahí del fantasma propio del analista. Se ha dicho, incluso, que se estaría frente a la inconfesada ambición del analista de que a través de este, <em>su paciente</em>, va a confirmarse el éxito de toda la teoría analítica, a darle la razón final a los textos establecidos. Lo cual es un obstáculo al curso del análisis. Y una descolocación de la posición del psicoanalista. <br />Para apuntalamientos de la ética del analista, está la posibilidad de hacer el control o supervisión con otro analista. Un analista no siempre está a salvo (aunque mantenga muy buenas relaciones con él) de tener que topárselas con su propio inconsciente en el ejercicio de su práctica. Y claro, continuar el análisis. ¿Existiría acaso la armonía absoluta con el inconsciente?<br />Mañana es lunes, ah, me digo, una de entre ellos hace que mi semana empiece sacudida.Verónicahttp://www.blogger.com/profile/05340936166928057048noreply@blogger.com4tag:blogger.com,1999:blog-5401466790116827836.post-48555057094041956142009-06-04T20:55:00.000-07:002009-06-04T20:57:40.813-07:00Psicoanálisis y poesía<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhpsF3VcEsHfXeLhSduSw2mfrRt19NhrtnkxeVeYzoOpxRRVGwWD0ChggL7UAoyZaOX593KQMImk0svHniWYCDu_BWC8_bVNxtgemZh_sMiLXaNucqFSZGWmX0__ijvjQAzHGwNjS0aOSj5/s1600-h/IMGP7863.JPG"><img style="float:right; margin:0 0 10px 10px;cursor:pointer; cursor:hand;width: 200px; height: 200px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhpsF3VcEsHfXeLhSduSw2mfrRt19NhrtnkxeVeYzoOpxRRVGwWD0ChggL7UAoyZaOX593KQMImk0svHniWYCDu_BWC8_bVNxtgemZh_sMiLXaNucqFSZGWmX0__ijvjQAzHGwNjS0aOSj5/s200/IMGP7863.JPG" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5343687723085838626" /></a><br />Qué sabía yo de poesía, pensaba cuando de nuevo me interesé en el viejo romance del <em>Psicoanálisis</em> con la <em>Poesía</em>. <br />Ambos reinos, el del psicoanálisis y el de la poesía, fundados en un quehacer con el lenguaje y con la palabra en general, más de una verja comparten, quizás también más de una discordia, a través de su historia, no tan larga, como vecinos en el alma humana. <br />Mi pretensión, pues, consistió en desmenuzar lo que creía saber sobre lo poético y el inconsciente, para tratar de comprender la idea de Lacan acerca de la poesía como “el escenario privilegiado del lenguaje”, y su vínculo esencial con la interpretación analítica. Él mismo invitaba a que estuviéramos “inspirados por algo del orden de la poesía para intervenir en tanto que psicoanalistas”. <br />El poeta nos adentra en una nueva dimensión de la experiencia, nos lleva a un mundo muy diferente de este de acá tangible. La palabra poética tiene una dimensión de acto, en el sentido de acto creativo. Y de revelación de alguna verdad hasta ahora insospechada, escondida entre las palabras mismas. <br />Así, al romper los estrechos límites del habla cotidiana, la poesía se eleva y vuela hacia nuevos, múltiples, inesperados sentidos. Entonces sólo un hilo muy fino, muchas veces debido a la sonoridad de la palabra, quedaría entre este brote poético y aquel nada original sentido directo, llano, ¿comunicativo?, que reverbera todo el tiempo agotándose en cualquier conversación de rutina. <br />La poesía que nos enaltece no se circunscribe en sí solamente a la escritura, o a la versificación, ni tan siquiera a las bellas imágenes (la poesía no es sólo la búsqueda de lo bello, como se le ha querido ceñir) sino que irrumpe como un “hecho poético”, como una experiencia poética, como algo <em>que se siente</em>. Ella implica la posibilidad de que surja una emoción que tocará, en algo, al cuerpo. Es decir, la poesía tiene una resonancia en el cuerpo.<br />Lo poético roza lo inefable que hay en el lenguaje, creo que por eso es tan apasionante, pues consigue alcanzar aquella zona imposible, o al menos, evocarla.<br />Del mismo modo, en la experiencia analítica se trata de cercar <em>lo real </em>a partir de lo simbólico del lenguaje y de la movilidad de los sentidos. La interpretación del analista compartiría con la poesía esta incitación a ir más allá de lo pragmático, de lo evidente. <br />Y ambos nos dejan lo enigmático como evidencia, como la flor que atestigua de la travesía.Verónicahttp://www.blogger.com/profile/05340936166928057048noreply@blogger.com11tag:blogger.com,1999:blog-5401466790116827836.post-81448021205757477622009-05-27T19:59:00.000-07:002009-05-27T20:02:21.422-07:00El duelo<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhAogUt_3N3FCNnDUmjdet8nzAPyLYYbFtXk8foIvugQU57OEWX-R8X6e1hCKpc8wPrTXnrlqi__V84WHTgTLFA4GQqN8FkqyoGWx24-m1EocCN-QsA_l5_mTjRRFutqYmCL1LYfCqBDQ4i/s1600-h/onegin.jpg"><img style="float:right; margin:0 0 10px 10px;cursor:pointer; cursor:hand;width: 200px; height: 134px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhAogUt_3N3FCNnDUmjdet8nzAPyLYYbFtXk8foIvugQU57OEWX-R8X6e1hCKpc8wPrTXnrlqi__V84WHTgTLFA4GQqN8FkqyoGWx24-m1EocCN-QsA_l5_mTjRRFutqYmCL1LYfCqBDQ4i/s200/onegin.jpg" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5340704786212922642" /></a><br />Me ha resultado interesante la familiaridad de las dos acepciones de duelo. Con raíces latinas distintas, dolus (dolor) y duellum (desafío) según se refiera a uno u otro caso, el duelo mismo me ha hecho investigarlo, escudriñar sus causas, conocer sus posibles salidas y tratar de convencerme de que su duración normal estimada (seis meses) es sólo alimento de las estadísticas.<br />El duelo es "la reacción frente a la pérdida de una persona amada o de una abstracción que haga sus veces, la patria, la libertad, un ideal, etc", explicaba Freud en su texto <em>Duelo y Melancolía</em>. <br />Se trata, particularmente, de un dolor intenso, un dolor psíquico. Como si el alma se detuviera un poco. En este estado, ocurre la cesación del interés por el mundo, la pérdida de la capacidad de amar y una inhibición consecuente de casi todas las actividades del sujeto en su vida, según se describe.<br />No habría muchas maneras de protegernos de las pérdidas contundentes, pues cuando alguien o algo ha ocupado para nosotros ese lugar de objeto valioso, insustituible, cifrado de nuestras esperanzas más abarcadoras, puede sobrevenir con su <em>ausencia</em>, la confrontación (como sujetos) con aquel agujero más esencial, originario, arcaico, que es la falta que nos constituye como seres.<br />Este acercamiento intenso con la propia castración, este desamparo en el que el objeto amado e ido nos ha dejado, desencadenará todo un proceso llamado <em>trabajo del duelo</em>, que en sí mismo es un tiempo para el desasimiento. Este tiempo es necesario, pues demostrará que aquel objeto perdido no es fácilmente sustituible por otro, y que sólo paulatinamente se podrá “des-investir” de libido a aquel que la absorbía toda de nosotros.<br />Pero no solamente este objeto era preciado para nosotros, sino que él condensaba en sí mismo lo preciado que éramos nosotros para él. Y el duelo se hará entonces, también, por el lugar que ocupábamos nosotros para aquel que ha partido.<br />En este trabajo de elaboración del duelo, cuya duración dependerá más que de la cronología, de la lógica psíquica de cada quien, será indispensable que el sujeto pueda restablecer a nivel simbólico el desastre real ante el que sucumbe. Esto implica que para volver a re-investir nuevamente otros objetos con los brillos del que ya no está más, el sujeto tiene que disponer a partir de ahora de una nueva recomposición simbólica de su vieja relación con la falta. Decidirse a ir al diván puede acortar este camino.<br />Hablamos de <em>duelo</em> como dolor ante la pérdida, y también hablamos de un desafío a recomponernos por medio del significante. Dolerá bastante, pero nos expone a nuevas posiciones con relación al objeto primordial perdido para siempre…<br />Y un día nos levantamos y reconocemos: El duelo ha terminado.Verónicahttp://www.blogger.com/profile/05340936166928057048noreply@blogger.com10tag:blogger.com,1999:blog-5401466790116827836.post-77593813078299374882009-05-20T04:53:00.000-07:002009-05-20T05:11:21.115-07:00Del sonido del blog<em>(Per <a href="http://misteridivita.blogspot.com/">Salva</a>, che ha aggiunto la lingua italiana) </em><br /><br />Los blogs me parecen todo un invento increíble. Cada quien se desdobla en palabra, imagen, exaltación, ideas, anonimatos… puras emociones, creo yo. Y entonces resplandecerá el deseo de volver. O no.<br />Este espacio no será real, y sin embargo puede tenerse la muy viva sensación de que a la par de la fiesta de imágenes y letras ante nuestros ojos, apareciera también un eco, un sonido articulado de fondo, cierta cadencia audible que acompañará a las visitas en su recorrido.<br />Haciendo también al blog continuamente están los sonidos de los que comentan, las voces intuidas, los acentos mezclados dentro del mismo idioma (¡y en otros!), los adorables errores al escribir que poco podríamos atribuírselos ya a la prisa o a la inocente negligencia. <br />Creo que se escribe para alguien, uno diseña un Otro a la medida, a partir de las elucubraciones de quién pudiera estar leyendo esto ahora mismo, y es placentero creerse que habría allí un lector, (¡muchos!) un público. <br />Como nunca he tenido muy bien pensado cuáles son mis cosas preferidas (salvo el chocolate, ante el que nada se compara) para mí encontrar una canción hoy, entre tantas, se me ha hecho una tarea extraordinariamente difícil. Y con esta duda, y pidiéndoles clemencia, que no se vayan a reír demasiado, escogí Lovefool, para acompañar estas divagaciones. <br />Ya sé que es muy discutible lo que voy a adelantar, pero lo que se le pide al Otro, en esencia, es que nos quiera.<br />A estas alturas ya no puedo decir que elegí con tal canción otro que no fuera el camino más sencillo. Pero no estoy tan segura de eso… uds ya son los que saben de estas cosas.<br /><br /><object width="425" height="344"><param name="movie" value="http://www.youtube-nocookie.com/v/I9zpnLBtwwg&hl=es&fs=1&rel=0"></param><param name="allowFullScreen" value="true"></param><param name="allowscriptaccess" value="always"></param><embed src="http://www.youtube-nocookie.com/v/I9zpnLBtwwg&hl=es&fs=1&rel=0" type="application/x-shockwave-flash" allowscriptaccess="always" allowfullscreen="true" width="425" height="344"></embed></object>Verónicahttp://www.blogger.com/profile/05340936166928057048noreply@blogger.com11tag:blogger.com,1999:blog-5401466790116827836.post-41203636824283863882009-05-16T21:36:00.000-07:002009-05-17T04:30:13.610-07:00El agalma<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhZoGB7oIBjyZx3QqG_1GKGomdzREWwGpgJbbcm5f0gZIJcCc6wEabn5zvxBBPq0hZuRat-kL7aMxyd2jr5h74KJy34DMYnsuly6wPCnKIT3PaKUFs8_c2WSJ2uxRnmdcl3Cinlmi9i0AtT/s1600-h/Socrates+en+La+escuela+de+Atenas+Rafael.jpg"><img style="float:right; margin:0 0 10px 10px;cursor:pointer; cursor:hand;width: 164px; height: 200px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhZoGB7oIBjyZx3QqG_1GKGomdzREWwGpgJbbcm5f0gZIJcCc6wEabn5zvxBBPq0hZuRat-kL7aMxyd2jr5h74KJy34DMYnsuly6wPCnKIT3PaKUFs8_c2WSJ2uxRnmdcl3Cinlmi9i0AtT/s200/Socrates+en+La+escuela+de+Atenas+Rafael.jpg" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5336649281146311330" /></a><br />Ser el amante, o bien, ser el amado. Viejo dilema en estos trajines de la humanidad. Algunas veces yo he sido amada intensamente y otras veces yo también he amado con fuerte pasión, pero, como a casi todos les ha pasado, no siempre ha habido correspondencia –o coincidencias- entre esas dos posiciones. Dos en el amor serían: el sujeto que ama (erastés) y el otro como objeto de amor (eromenós), según los términos que toma Lacan de la poesía épica griega para explicar la metáfora del amor en su Seminario sobre la transferencia.<br /><em>El Banquete de Platón </em>sirve de fondo y es delicioso leerlo. Siguiendo el seminario, ya nos adentramos en este simposio cuando nos sorprende la llegada intempestiva de Alcibíades ebrio, uno de los jóvenes más bellos y elegantes de Atenas. Él marca un giro en los discursos hasta ahora pronunciados en torno al amor, y lanza públicamente su declaración de amor a Sócrates, el sabio filósofo también presente entre los convidados. Con tal confesión, Alcibíades quiere alabarlo y desenmascararlo a la vez, pues dice (y esta es la frase clave, me parece) <em>“Ninguno de uds. le conoce”.</em> <br />Al gran filósofo, de quien Alcibíades hace el elogio, no le acompañaba mucho la belleza física (uno de los valores más ponderados entre los antiguos griegos) y el joven lo compara entonces, en su efusiva intervención, con un sileno en cuyo interior estaría el preciado agalma. <em>El agalma</em> es un concepto que rueda con distintas significaciones, pero señala, sustancialmente, a ese objeto maravilloso muy adentro escondido, eso que deslumbra, el objeto precioso y enigmático <em>que puede atraer la atención de los dioses</em>. Es decir, Sócrates encantaría porque detenta el agalma, según Alcibíades. Así, en su elogio, el joven quiere ubicar al sabio en la posición de eromenós (el deseable o amable) el que tiene en sí el objeto que provoca el deseo. Y aquí Sócrates, finalizando esta intervención, se rehúsa a ese pasaje del que desea, el amante, a constituirse como el amado (eromenós) ¿Cómo lo hace? Sócrates le desvía, declina ese ofrecimiento porque sabe que él no tiene el agalma que Alcibíades le supone, y porque en su esencia, lo que hay es el vacío, hay una falta que le hace estar todo el tiempo en la posición de quien desea, es <em>un deseante puro</em>. Para quien se hizo famoso sólo sabiendo que no sabía nada, consideraba que no había nada en él que fuera realmente amable. En este rechazo de Sócrates, ya puede entreverse la posición del psicoanalista en la cura.<br />Además, la réplica socrática consiste en indicarle también al joven que aquel a quien con certeza él se dirige con tal discurso, es a Agatón, el poeta homenajeado en este simposio. Y esta intervención aquí tiene todo el valor de una interpretación en psicoanálisis, al mostrarle además dónde se encuentra el verdadero objeto de su deseo.<br />La metáfora del amor, según la desarrolla Lacan, consiste en que se dé la sustitución de la posiciones del amado en el amante (del eromenós al erastés), aquel que es objeto amoroso devenga sujeto que ama. ¿No tiene esto que ver con la magia, con el precioso milagro del amor?<br />Debido a la transferencia, en un análisis, el paciente coloca de nuestro lado el objeto- agalma, quedando así el analista supuestamente en el lugar del eromenós, el que porta ese agalma que el sujeto viene buscando. El paciente piensa que ese saber sobre sí mismo, que no logra aprehender, lo tiene el analista. Esta suposición de saber imputada al analista, como quien contuviera un agalma que hace brillar el enigma del deseo, previene y nos fuerza a hacer tal como hizo Sócrates, no aceptar ocupar ese lugar tramposo del amado, e intentar dejarlo vacío, vacante, para que pueda así emerger el deseo del paciente (su propia falta). <br />El <em>deseo del analista </em>es una noción posterior en la enseñanza de Lacan que esclarece esta situación de la transferencia en la cura, y consiste, además, en dejar deshabitado el lugar del deseo propio del analista, para relanzar el deseo inconsciente del sujeto en el análisis.<br />No habría que olvidar que ha sido la intensidad del deseo ilimitado de saber que animaba a Sócrates, la fuente de la pasión que embargaba al hermoso Alcibíades. Es un deseo que ha hecho surgir (de lo feo) el agalma.<br /><br /><br />* Sócrates con sus discípulos, en la Escuela de Atenas (Detalle), RafaelVerónicahttp://www.blogger.com/profile/05340936166928057048noreply@blogger.com7tag:blogger.com,1999:blog-5401466790116827836.post-85745910360226069332009-05-08T07:37:00.000-07:002009-05-09T13:50:13.470-07:00Asedio<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhRS5PEPuRTLecElarBJb7MgChGmCxbqGmWdz58YbOplyXA5_ltFiFD09uBo95d-XA9oGy-bvlRH0g0WblKZVFhqZ-4mMOWs069S4w_2MMjbuZbNGSqvO0NWVNJiWse-I6TCFD85KIvNHeF/s1600-h/castillo_de_la_real%2520_fuerza.jpg"><img style="float:right; margin:0 0 10px 10px;cursor:pointer; cursor:hand;width: 150px; height: 200px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhRS5PEPuRTLecElarBJb7MgChGmCxbqGmWdz58YbOplyXA5_ltFiFD09uBo95d-XA9oGy-bvlRH0g0WblKZVFhqZ-4mMOWs069S4w_2MMjbuZbNGSqvO0NWVNJiWse-I6TCFD85KIvNHeF/s200/castillo_de_la_real%2520_fuerza.jpg" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5333462634286099714" /></a><br />Me animé y le expliqué detalladamente. Di versiones. Ejemplos comunes. Seguía ahí, sin comprender nada. Su mente estaba siendo atravesada en esos momentos por otros enjambres de pensamientos. No podría decir si mejores o peores que ese que intentaba forzar y penetrar sus predios. No sucedía nada, todo apagado. No había ni un solo brillo de luz que indicara el paso de esa avalancha de lo nuevo que quería hacer migas, y casarse, con algún desperdigado pensamiento íntimo. Las nuevas ideas venían con entusiasmo y se estrellaban en la hermeticidad de su no. <br />De repente, un eco, la sombra de una figura que se deja ver cerca de la cancela y los postigos. Se duda. Una pregunta ha sido formulada y entonces se inclinan las armas, entreabriéndose un resquicio.<br />Comprender podría ser de alguna manera no resistir al asedio. <br /><br /><br />*Castillo de la Real Fuerza, La Habana <br />(Flickr)Verónicahttp://www.blogger.com/profile/05340936166928057048noreply@blogger.com12tag:blogger.com,1999:blog-5401466790116827836.post-20198803316923687132009-05-01T19:36:00.000-07:002009-05-01T19:43:32.161-07:00El velo<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg8-QDJodjUDX6I8HwiYpXfqzcCRRrOgpjf2jG9NjgFxQmCGPKWVgBNIQgjzkA038SRwWwKw8-7zN8OmMHpBTj9iJH3i17dOYOuSf8Q595gK58c3tyQsV4DOIWm_ydjbxQYJ1cmQwlrIZN7/s1600-h/Remedios+Varo.jpg"><img style="float:right; margin:0 0 10px 10px;cursor:pointer; cursor:hand;width: 98px; height: 200px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg8-QDJodjUDX6I8HwiYpXfqzcCRRrOgpjf2jG9NjgFxQmCGPKWVgBNIQgjzkA038SRwWwKw8-7zN8OmMHpBTj9iJH3i17dOYOuSf8Q595gK58c3tyQsV4DOIWm_ydjbxQYJ1cmQwlrIZN7/s200/Remedios+Varo.jpg" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5331051700064049394" /></a><br />Entra y me muestra sonriente su mascarilla: La he diseñado y mire qué hermosa, dice sentándose. No la utiliza en sesión, ni tampoco yo que, irreverente, no llevo ninguna todavía. Miro el decorado con flores de ese pedazo de tela, de ese “cubreboca” (cuán pertinente el término) y me quedo pensando en la difícil relación que se da entre el <em>velo</em> y <em>la posición femenina</em>. <br />En la función del velo para una mujer.<br />Una manera de abordar el complejo asunto de hoy <em>quiénes mujeres quiénes hombres</em>, es la propuesta del psicoanálisis lacaniano al respecto: todo es cuestión de cómo se posiciona cada sujeto de un lado u otro según el falo, <strong>tenerlo </strong>(lado masculino), <strong>serlo</strong> (lado femenino) y esto no está determinado por el cuerpo biológico con el que nacimos, sino por una “asunción” subjetiva del sexo. Y lo esencial se dirime en el lenguaje (¡Hay tantas mujeres con cuerpos de hombre y tantos hombres con cuerpos de mujer!)<br />La mujer, como una de las “posiciones femeninas del ser” tiene una relación fundamental con la nada, con el no tener, partiendo del supuesto freudiano de que sobre ella no se cierne la amenaza de la castración como sobre el varón. Ellas, por eso mismo, tienen muchísimas mejores relaciones con la falta y con lo real, con esa <em>nada</em>, pudiendo denunciar con más potestad la falacia de los semblantes que se han puesto ahí para colmar ese vacío. (Esto se toma también como argumento para explicar por qué a las mujeres nos resulta más cómodo que a muchos hombres poder ocupar la posición de psicoanalistas…)<br />Sin embargo, a la vez que es fácil reconocer en las mujeres ese interés continuo en atravesar y romper los semblantes establecidos y tan apreciados por los hombres, tienen ellas de todos modos el arte de saber adoptarlos, de revestirse con las máscaras, de confeccionar los velos y envolverse en ellos. Los postizos le aseguran que su propia falta quede velada tras ellos, y que la belleza y completud así conseguida, ornarán el falo que toda ella quiere aparentar ser para el hombre.<br />La mujer con sus semblantes juega al engaño de la seducción, presume de ser aquello que podría faltarle a los hombres y de esta manera, brilla como más deseable ante ellos… ¿acaso los velos no han sido siempre también una invitación, una incitación a descubrirlos? <br />Ya se sabe que cuando se está en presencia de un velo, puede aseverarse la promesa de que algo puede haber detrás.<br />La joven paciente, más allá de procurar su diferencia (estructural) embelleciendo ese pequeño velo protector en medio de obligatoriedades… una vez que se lo ha mostrado a la analista, lo estruja en sus manos y se dispone apasionadamente a hablar de su marido.<br /><br />*Visita al cirujano, Remedios Varo.Verónicahttp://www.blogger.com/profile/05340936166928057048noreply@blogger.com5tag:blogger.com,1999:blog-5401466790116827836.post-46551619091356307462009-04-28T09:23:00.000-07:002009-04-28T09:27:21.474-07:00Influencia<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgIW9CeyZzPWwuAYY_IVIK9GGGAOKMsvs8rekLXTlhgeDUZlFHZsMHEKbO2bgg0LYTZsSqnhATx_cPpBv2xGYITqUkFPTI66fZ38zDp9DVwtdKALauojK94Jx2y8EZXZbBTktUMhxxSc27L/s1600-h/foto6.jpg"><img style="float:right; margin:0 0 10px 10px;cursor:pointer; cursor:hand;width: 200px; height: 133px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgIW9CeyZzPWwuAYY_IVIK9GGGAOKMsvs8rekLXTlhgeDUZlFHZsMHEKbO2bgg0LYTZsSqnhATx_cPpBv2xGYITqUkFPTI66fZ38zDp9DVwtdKALauojK94Jx2y8EZXZbBTktUMhxxSc27L/s200/foto6.jpg" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5329779617771785506" /></a><br /><br /><br /><br /><br />...ya ni la homofonía entre ellas me hace gracia. No quiero Influenza. No se lo permitiré...Verónicahttp://www.blogger.com/profile/05340936166928057048noreply@blogger.com5tag:blogger.com,1999:blog-5401466790116827836.post-47067217990297002622009-04-23T17:36:00.000-07:002009-04-23T17:40:40.033-07:00Silencio<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiIyj9vR2fzuYnamXSpWWXnCjjHd_ETAKHEL4LvWtYtE3YBCCSCOItLm-ZNhgSYWmEL_PieUmN2dqSzcKc-KdB-JDvnMwBW1LR4Z_13kOpkf0Xvt05LIbf0eUae7RKGUSRnAXReJ3fyJvxR/s1600-h/silencios.jpg"><img style="float:right; margin:0 0 10px 10px;cursor:pointer; cursor:hand;width: 155px; height: 200px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiIyj9vR2fzuYnamXSpWWXnCjjHd_ETAKHEL4LvWtYtE3YBCCSCOItLm-ZNhgSYWmEL_PieUmN2dqSzcKc-KdB-JDvnMwBW1LR4Z_13kOpkf0Xvt05LIbf0eUae7RKGUSRnAXReJ3fyJvxR/s200/silencios.jpg" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5328050899840001954" /></a><br />La música, a la vez que ordena los sonidos y nos puede convocar al entusiasmo o al frenesí, también tiene el don de sosegar, de acallar nuestros propios e incómodos demonios.<br />¿Qué sucede cuando el supuesto partenaire de la música, <em>el silencio</em>, es pautado y ofrecido bajo un semblante artístico? <br />El compositor estadounidense John Cage nos ha invitado a abrirnos a todos los sonidos. Es famosa su “partitura silenciosa”, la composición titulada 4’33’’ de 1952, que resulta esencialmente provocadora.<br />La ejecución de esta inaudita pieza consiste en que el artista se sienta al piano, coloca ante sí un cronómetro y ejecuta… el silencio. Con cada cierre y apertura de la tapa del teclado, el intérprete marca los distintos movimientos cuya duración total serían los cuatro minutos y treinta y tres segundos que le dan nombre. <br />En una asombrosa inversión de la fórmula distributiva según la cual el público callaba mientras escucha los bellos y ordenados sonidos que conforman la música, Cage suscitó con la primera presentación de la silenciosa 4’33’’ en Nueva York, un gran escándalo.<br />Es sucinta e innovadora la propuesta de Cage: a la vez que impulsa al silencio como protagonista, es un esfuerzo por demostrar la imposibilidad del silencio absoluto: alguien tose, las hojas de la partitura se pasan, suena un ruido indeterminado a lo lejos… Y con esta obra denuncia que de todos modos el silencio está poblado de sonidos. <br />Al menos, al acallarse los sonidos previstos y deliberados, se ha entreabierto por muy poco tiempo, por un instante quizás, un resquicio que enfrenta al sujeto con algo innombrable, con una ausencia densa que llega y que molesta. A algunos les deparará, incluso, momentos angustiosos, de inquietud, reacciones de ira.<br />Tal <em>audiencia</em>, entonces, no es impasible…<br />La experiencia seguramente es conmovedora en sí. *¿Qué sentimos ante el silencio? ¿Qué estruendo de lo real, en cambio, nos ha hecho padecer esta ausencia de los sonidos esperados? <br />Por eso el arte ofrecido en 4’33’’ no cierra su lazo si no incluye también los efectos (esos sí imprevisibles) que desencadena en el público que permanece en la sala hasta el final. Los aplausos, tan diversos, pueden ser los que traduzcan esa agitación tan íntima que este silencio acotado en un determinado espacio de tiempo, ha provocado en cada uno de los presentes.<br />Podrá así escucharse, después de esos largos cuatro minutos, cierta resonancia. Casi fugaz. Muy intransmisible. <br />Y… <em>el resto es silencio</em>**<br /><br /><object width="425" height="344"><param name="movie" value="http://www.youtube-nocookie.com/v/HypmW4Yd7SY&hl=es&fs=1&rel=0"></param><param name="allowFullScreen" value="true"></param><param name="allowscriptaccess" value="always"></param><embed src="http://www.youtube-nocookie.com/v/HypmW4Yd7SY&hl=es&fs=1&rel=0" type="application/x-shockwave-flash" allowscriptaccess="always" allowfullscreen="true" width="425" height="344"></embed></object><br /><br />*Inspirado en LF<br />**Hamlet, ShakespeareVerónicahttp://www.blogger.com/profile/05340936166928057048noreply@blogger.com4tag:blogger.com,1999:blog-5401466790116827836.post-27859855153917972332009-04-20T11:27:00.000-07:002009-04-20T11:30:32.059-07:00De verdad<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgV2sG0WZNWkl-kpCy3SD0S9ah9RPlEDU07_s2t7d26r_lkP3uYE4V17hvOuTV9rRti2G35_D6gWUNhxR9Pioy8mG9S2uK9BgvNvPT_964YD0Luj2rruEKEgtqp2XWkGObmBq5SMPeaoLcd/s1600-h/Habana2005.jpg"><img style="float:right; margin:0 0 10px 10px;cursor:pointer; cursor:hand;width: 200px; height: 150px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgV2sG0WZNWkl-kpCy3SD0S9ah9RPlEDU07_s2t7d26r_lkP3uYE4V17hvOuTV9rRti2G35_D6gWUNhxR9Pioy8mG9S2uK9BgvNvPT_964YD0Luj2rruEKEgtqp2XWkGObmBq5SMPeaoLcd/s200/Habana2005.jpg" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5326842722447477330" /></a><br />La verdad, me ha inquietado. <em>En primer lugar</em>, tratando de perseguirle su rastro en los relatos de los pacientes: el sujeto acude a su analista, le cuenta sus historias personales, los recuerdos de su vida. ¿Es esto verdad en sí? ¿Importa?<br />Aquí habría que tener también en cuenta el esfuerzo denodado del sujeto con tal de desconocer ciertas verdades (la castración) y de ahí que reprima y niegue. Y no apartándonos totalmente de la clínica, el concepto de verdad irrumpe certeramente en el corazón mismo de la experiencia analítica; pues, el psicoanalista facilita allí una interpretación, y en virtud de esto en la cura se revelaría una “verdad” que el sujeto no sabía o no quería saber, una verdad que hasta entonces estaba “oculta”. <br /><em>En segundo lugar</em>, habiendo sido ampliamente abordada la verdad desde la filosofía, en su cualidad de adecuación con la realidad, y su verificación en ella, el psicoanálisis, al menos, ha evidenciado su veleidad y denunciado su dependencia de la subjetividad de cada quien. Quiero decir, que se ha dedicado, con buen impacto, a no hablar casi de otra cosa que no sea enarbolar la individualidad de las verdades, las que serían patrimonio de cada quien, y contingentes.<br />Otros siglos establecieron que la religión sería la destinada a atesorar para sí todo este poder de detentar la verdad, y de no compartirla. Se sabía bien entonces dónde ubicarla. Ahora, desplazándose, es la ciencia quien parece sostener toda la garantía de la verdad, y en casi todo.<br />Para Lacan, la verdad (no podía ser de otra manera) es un producto del lenguaje. Pero (y aquí se vislumbra lo verdadero) no pertenece al lenguaje, no puede nombrarse con los significantes, no es del mismo campo de las palabras, sino que está por fuera de él. Y esto es, y <em>en tercer lugar</em>, la proposición según la cual, como el significante no puede decir la verdad, no puede asirla, la verdad estaría relacionada más bien con los efectos del lenguaje. <br />Pues en cuanto a la verdad, ella de lo que trata es del goce, en la orilla misma con lo real, y designa a medias esta satisfacción. La verdad es hermana de este goce prohibido (Lacan) Y de este modo se separarían aquí el campo de la realidad (que puede nombrarse, ponerse en proposiciones lógicas de verdadero o falso) y el campo de la verdad, propiamente, que estaría en relación con el objeto, con algo no significantizable.<br />Sé que no termino de aprehenderla, que se me escurre, la verdad. <br />Finalizo con un juego, que no es mío pero que es muy exquisito y adoré recientemente, para intentar decir algo con respecto al lugar de la verdad en psicoanálisis: <strong>Ver….dad</strong>. Se ha visto, y se dará, en consecuencia, una verdad particular en el fantasma de cada quien.<br /><br /><br />*Foto de mi hermana LVerónicahttp://www.blogger.com/profile/05340936166928057048noreply@blogger.com7tag:blogger.com,1999:blog-5401466790116827836.post-37551841366857208972009-04-14T23:07:00.000-07:002009-04-14T23:08:41.619-07:00Paciente<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhfdjVWVdv-kbpi7s6oIU5I8yf0OLM71DKU6jP2qm-YLfhQCIcMa5_0U_JjOwLuM-hedO2swxXqFU2-C-qxqouziRyyn0uU-HwkmiB4QmlTPI4tp3S69dZohbbrVKjUDYmwDXMDtnqoAHq_/s1600-h/serena.bmp"><img style="float:right; margin:0 0 10px 10px;cursor:pointer; cursor:hand;width: 200px; height: 200px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhfdjVWVdv-kbpi7s6oIU5I8yf0OLM71DKU6jP2qm-YLfhQCIcMa5_0U_JjOwLuM-hedO2swxXqFU2-C-qxqouziRyyn0uU-HwkmiB4QmlTPI4tp3S69dZohbbrVKjUDYmwDXMDtnqoAHq_/s200/serena.bmp" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5324796130215078562" /></a><br />Viene, derrama sus palabras, soltándolas encadenadas una tras otra. Nunca ha llorado ni ha contado un sueño. Se encoge en el diván y gesticula muchísimo. Al despedirse me mira con una mirada somnolienta, como de aquél que emerge de un letargo adormecedor donde las palabras (¡cada una!) se han mordido, se han hundido al abismo, se han vuelto a aparear, han desaparecido en silencios, han sido pesadas. Como cada vez, me anuncia que cree que no vendrá a la próxima.Verónicahttp://www.blogger.com/profile/05340936166928057048noreply@blogger.com6tag:blogger.com,1999:blog-5401466790116827836.post-84688867673957243032009-04-09T14:36:00.000-07:002009-04-09T14:40:18.716-07:00De la seda a Sade<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg_0tLUH11Je5nqqMpOJxBGAT0i8YrUdX35Ry4ym-MK-NL3aKlyP54TFZgDZ02OYcmdKsFgXwu-ssf2CwdKgfrX834z0tPURoNwHtBGTsoii0VtSzNBylyYY9CPa-JfTnT4rI9T7PZB98zJ/s1600-h/Latigo.bmp"><img style="float:right; margin:0 0 10px 10px;cursor:pointer; cursor:hand;width: 200px; height: 200px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg_0tLUH11Je5nqqMpOJxBGAT0i8YrUdX35Ry4ym-MK-NL3aKlyP54TFZgDZ02OYcmdKsFgXwu-ssf2CwdKgfrX834z0tPURoNwHtBGTsoii0VtSzNBylyYY9CPa-JfTnT4rI9T7PZB98zJ/s200/Latigo.bmp" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5322809710030525474" /></a><br />Me adentro en las <strong>perversiones</strong>, y comenzaré con el sadismo. Lo haré, al menos, antes de abordar el tema tan profundo y complejo del masoquismo. (En ese orden, también por causa de este chiste que todavía me hace mucha gracia: <em>El masoquista le implora al sádico: Hazme daño, y el sádico le responde tranquilamente: No…)</em><br />Esta perversión, la sádica, le arrebató su nombre al marqués que le sirvió, con pluma y acto, más fielmente. Si uds no están muy de cerca vigilados por sus pruritos morales, pueden leerse, entre otras de sus libertinas obras, <em>Justine o los infortunios de la virtud</em>, y <em>Filosofía en el tocador</em>.<br />La <em>perversión</em>, como una estructura diferenciada de la neurosis y la psicosis, agita violentamente la pregunta por la relación entre el deseo y la ley. Mientras que el neurótico ante la castración ha decidido por el deseo, el perverso, confrontado igualmente a ella, decide por el goce. Para el perverso corresponde la “desmentida” al respecto: plantea simultáneamente el reconocimiento “Sí, hay castración”, y también “No, no hay castración”, poniéndose ahí a sí mismo, o bien interponiendo un objeto para borrarla.<br />Tanto el contenido como todo el escenario de la fantasía del sujeto neurótico se presenta aparentemente como perverso, ya que es ahí donde él recrea su fantasma prohibido y secreto de perversión. Pero, en cambio, un perverso se distingue por su sincero compromiso de llevarlo al acto, de actuar públicamente (por lo general es un público reducido) ese fantasma de goce.<br />Cuando Lacan se interesa por el Marqués de Sade, equipara su imperativo del goce con el imperativo categórico de Kant, y así formula la máxima que conviene entonces al fantasma sadiano: “tengo derecho a gozar de tu cuerpo, puede decirme quienquiera, y ese derecho lo ejerceré sin que ningún límite me detenga en el capricho de las exacciones que me venga en gana saciar en él”. El goce es para el perverso el Bien supremo, y a él habría que servirle, incondicionalmente.<br />Si bien creemos que los verdaderos perversos son sujetos sin límites, capaces de llevar hasta sus últimas consecuencias los actos más desatinados para alcanzar el goce, también hay que tener en cuenta que es otra ley la que el perverso anhela obedecer y por ello desafía a las ya establecidas. Esta ley, que es la ley de <em>la obligación de gozar </em>es de una exigencia implacable. Y ahí el sádico es el instrumento, él se propone como instrumento de una Voluntad de goce, para poder acceder a “un sujeto de puro placer”.<br />La ley perversa que impone gozar sin límites no conoce debilidades, miramientos, tabúes, piedad… para hacerse cumplir. (Nada más caro para aquél marqués que la seda de la inocencia de las jóvenes doncellas)<br />El perverso sádico exige el tormento de sus víctimas, de ellas extrae la angustia, y el horror de la división subjetiva queda así del lado de esas víctimas y no del suyo propio. Y este tormento le sirve para constatar en ellas la castración pero a la misma vez ignorarla, cuando va en busca de un más allá de los límites del dolor, ahí donde se cumple una voluntad inmarcesible de goce sin freno, que muchas veces acerca a estas víctimas casi a la muerte. <br />En otra ocasión vuelvo con el masoquismo.Verónicahttp://www.blogger.com/profile/05340936166928057048noreply@blogger.com5