viernes, 20 de febrero de 2009

Las puertas de Sylvie


La madre, no sabiendo bien cuándo quedó embarazada, se consolaba con la sentencia médica sobre el incierto fin de ese estado, que ya le deformaba su cuerpo.
No obstante, nació. Y la espera había servido también para condenarla, con el nombre escogido: Sylvie (s’il vit), si vive. Era una niña menuda, y muy pronto levantó sospechas acerca de una posible sordera, y por supuesto, de retrasada mental. Autismo, autismo, qué nombre tan raro ese.
Pero yo oía perfectamente, a todos, sin poder remediarlo. Hay que cerrar las puertas, ¡que no quede una abierta! Cerrar, cerrar.
Como cada mañana desde que me trajeron a vivir aquí, entró Ella. La reconozco sin que aún haya entrado en la habitación. Puedo sentir su perfume que se acerca, es una mezcla suave de vainilla y musgo. Siempre llega silenciosamente, cerrando conmigo todas las puertas que vemos abiertas. Se sienta, lee o dibuja y puede dirigirse a mí también haciendo gestos con sus manos. Ella es como una puerta cerrada, alivia.
No es difícil de comprender, cualquier hendija, con su filo de luz, me destroza. Hay que cerrar puertas, gavetas, armarios, ventanillas… no debe existir nada abierto.
Todo lo que pueda abrirse y cerrarse tiene que permanecer cerrado. Una puerta cerrada sirve para que nadie (ni nada) entre o salga. Las puertas abanican la posibilidad de que existan dos lugares: adentro, afuera…
Pero sobre todo, escucha lo que digo, si la cierro, tal abertura no me llama hacia el infinito… hace que yo misma no me desborde sin contención alguna. Clack.
Y ahí está todo mi consuelo, que exista al menos una puerta que yo pueda cerrar.



*Las puertas del Infierno, Auguste Rodin

3 comentarios:

Salva dijo...

Molto bello questo tratta dal libro.
A volte mi chiedo davvero su ció che stá scritto alla fine, di poter chiudere quella porta, se non sono anche pensieri comuni di noi tutti?
Voler avere un option come poter chiudedre una porta, per evitare?

Lascia riflettere molto se lo si trasmette in molte situazione :)

Un abbracio,
Salva

Verónica dijo...

Salva, de acuerdo, pudiera compartirse muy bien ese acto rutinario de cerrar una puerta, es como algo simbólico.
Ya sabes, es la ficción!
Saluti,
Verónica

Lucas.- dijo...

WOW! Excelente esto!!! Muy bueno el blog... sls.