
Uno de los párrafos con los que Lacan trata de introducir el concepto de la angustia, en su Seminario 10, nos ha entusiasmado a escribir este texto entre dos, Beno, lector de este blog, y yo.
Lacan se sirve de la fábula siguiente: uno está delante de una gigantesca mantis religiosa que avanza. Ya de por sí, el ritual de apareamiento de estos animales hace que uno se encuentre en un momento difícil. La propuesta de Lacan es que como el sujeto no sabe qué máscara lleva puesta ante esa mantis exageradamente enorme (y él no ve su propio reflejo en el espejo del globo ocular del bicho), lo que emerge es la angustia ante la incógnita del deseo del Otro.
Para el sujeto se abrirá esta interrogante sobre el deseo del Otro, que Lacan formula tomando la expresión Che vuoi? o traducido, ¿Qué me quieres? ¿Qué quieres de mí en este lugar del yo? El enigma sostenido, no saber qué se quiere de nosotros, tiene como correlato la angustia. Es a partir de la mirada (lo escópico) que se ha entrevisto una amenaza. Es el misterio. Qué respuesta ofrecer allí ante ese deseo.
¿Qué quiere él (ella) en mí?
¿Qué, me quiere?
¿Qué quiere que yo sea?
¿Qué quiere, que yo sea?
¿Qué quiere? ¿Que sea yo?
¿Qué quiere?...Qué sé yo!
Y se descubre entonces que la angustia de tener (porque hacia allí se debe ir) que enfrentar la mirada deseante (y aniquilante) era lo único que nos impedía transformarnos en piedra.
Máscara y espejo -espejo temido y anhelado -terrible cuando no nos devuelve nuestra imagen tranquilizadora (¿no estaba ahí para eso?) sino la ausencia, terrible – y sólo de pensarlo, pues, angustia – cuando nos devuelve nuestra propia imagen real, sin máscara, cuando ve a través…
...La situación paraliza mucho antes que el veneno. Sirviendo ahí con mucho afecto a un amo, al Otro. Pero… ¿qué me quieres? No se puede ver él en ojo de ella. Que la traviesa ya avanza, la mantis, hacia él. Es pozo inquietante su boca ya abierta. No, no es esta hambre. Lo que aparece es Cupido que, feroz, se dirige a él: Yo sé que serás simiente. Será la vida de los hijos lo que verdaderamente importa. Es el sacrificio de los machos, porque el riesgo de desaparecer (¡y la angustia!) surge si no se sabe qué clase de alimento se puede ser ahí ante las fauces abiertas del Otro. Heroísmo o hedonismo, pero a favor de la especie se decidió destacarlos Darwin. Tan bien la canalizó, que puede iluminarnos algo sobre la nuestra.
La situación paraliza, mucho antes que el “¡Ven!” (Henos hirviendo ahí con mucho afecto)
“Aún amo al otro, pero ¿qué? ¿me quieres?” –“No sé…” -puede ver el enojo de ella que le atraviesa ya...
Avanza la mantis hacia el esposo. Inquietante, su boca ya abierta…no, no es estambre lo que aparece escupido. ¡Qué feroz! Se dirige al Yo: ¿Qué serás si mientes? Era la vida de los hijos. Lo que verdaderamente importa es el sacrificio de los machos. Es el riesgo de desaparecer (¡y la angustia!) surge si no se sabe qué clase de alimento se puede ser ahí ante las fauces abiertas del Otro. Heroísmo o hedonismo, pero a favor de la especie se decidió. De esta, Carlos (Darwin), también Lacan, a(n)alizó que puede iluminarnos algo sobre la nuestra.
...y entonces un viento pasa - ¿o era el soplo de su boca? - y lo apaga todo. De tanta repentina luz.
*Acróbatas. Foto tomada por Beno.