martes, 14 de abril de 2009

Paciente


Viene, derrama sus palabras, soltándolas encadenadas una tras otra. Nunca ha llorado ni ha contado un sueño. Se encoge en el diván y gesticula muchísimo. Al despedirse me mira con una mirada somnolienta, como de aquél que emerge de un letargo adormecedor donde las palabras (¡cada una!) se han mordido, se han hundido al abismo, se han vuelto a aparear, han desaparecido en silencios, han sido pesadas. Como cada vez, me anuncia que cree que no vendrá a la próxima.

6 comentarios:

Ernesto G. dijo...

Pero volverá.

Verónica dijo...

Sí, también lo creo. Su goce podría explicarse un poco así, amenaza al Otro de que puede faltar(le) como objeto precioso.
Saludos, Ernesto, casi casi ya te vuelves analista!!

E-migrad@ dijo...

Esos juegos que arman algunos pacientes...

Pulseadas de pseudo-poder pero también de la más franca necesidad.

Necesitan ser "queridos" (en las dos acepciones de la palabra) y calmar mediante esas pulseadas - por un rato - la inseguridad y ciertos vacío de sentido que anidan en ellos.

Recuerdo a más de uno de mis pacientes (niños) haciendo alguna de esas pulseadas en forma de berrinches grandilocuentes ó no importaquismos... era su necesidad de saberse y sentirse sostenidos por un Otro.

La próxima vuelve, en el fondo sabe que "necesita" de ese espacio y de vos... por eso patalea, jejeje.

Buena semana, E-migrad@

Verónica dijo...

Emigrad@, qué bien tenerte de vuelta por aquí, (¿también te estabas haciendo extrañar?)
Muy interesante como les pasas el mismo rasero: tu paciente niño, pataleo, mi paciente adulto... pataleo también.
Y puede darse un paso más, siempre que tratemos de entender en cada caso qué función cumplen estas maneras de dirigirse al Otro. Y para cada quien, para cada paciente, la respuesta de la analista será específica.
Buena semana! Muchas gracias por tu comentario, como siempre tan esclarecedores,
Verónica

E-migrad@ dijo...

Hola Verónica


No, jejeje... no me estaba haciendo extrañar. Hemos tenido a nuestro sobrinito viviendo con nosotras la última semana (el padre tuvo k salir del país), así que estuvimos haciendo de tías todo terreno hasta hace un ratito, en que lo llevamos al aeropuerto a buscar al papá que acaba de volver.

Claro que se puede (y se debe) ir un poco más allá.

Esos pataleos - ya sea en adultos ó en niños - sabés que son sólo la punta del Iceberg: la dirección del sentido de estos pataleos está en la historia de c/u de ellos, en la historia de su terapia, etc.,etc. y se recreará de una manera diferente en cada caso.

Nos estamos leyendo,

E-migrad@

Anónimo dijo...

Me gusta muho tu blog. Los pacientes a menudo parten de ese presupuesto: que no sirve de nada la terapia, que aquello es una pérdida de tiempo. Repentinamente echan de menos quién escucha, necesitan hablar....pero hablar y ser oídos.