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lunes, 14 de julio de 2008

La voz


He vuelto a escuchar con emoción la voz de alguien que fue muy querido por mí. Más que emoción, me embargó un estrago total cuando sentí su voz, con toda la fuerza de su sonido, con todo el candor armonioso de su timbre masculino. Así, sólo escuchando lo más hueco de su decir, lo más vaciado de todo sentido en frases y palabras, su voz pura quedaba ahí, poderosa en sí misma, provocando, lacerando, iluminándolo todo.
La voz, no en su versión articulada o cantada, tiene un estatuto particular en psicoanálisis. Es la voz equiparada al objeto, según lo teorizó Lacan, tanto como las otras cuatro versiones del objeto en psicoanálisis: oral, anal, fálico y la mirada. (El objeto a, para decirlo bastante sencillamente, aunque advierto que desde Lacan es todo un desarrollo de conceptos en sí mismo, sería aquello que, siendo borde en el cuerpo o en lo real, puede representarlo en su versión de sentido articulado en lenguaje, y tiene que ver con el objeto de deseo del sujeto en su vida)
La voz, para que se comprenda en esta otra dimensión, habría que tomarla como áfona, sin sonoridad alguna, es decir, en su esencia de…silencio y vacío. Es, posiblemente, como la voz del pensamiento, como un concepto alejado de toda función comunicativa o de llamado al sentido.
Es necesario saber bien esta distinción, mayormente cuando nos ocupamos de los sujetos psicóticos, quienes refieren muy llanamente esta cualidad de la voz en los fenómenos alucinatorios auditivos. Allí aparece descarnada, sin necesidad de ser articulada y tiene una índole más severa, conminativa y devastadora para la persona que sufre. Los psicóticos demuestran (y lo padecen) que la voz es independiente del acceso que se tenga a ella por algún sentido de la percepción, porque no hay que escucharla articulada para saber que está ahí en toda su presencia.
Hay muchos modos de erigirle monumentos a este objeto voz en la cultura actual, y toda la industria de la música, de la grabación de las voces, su reproducción, son todas maneras que cultivamos, a partir de este objeto, para hacer un sonido comprensible, ordenado, descifrable acaso.
Tan así, que todas las palabras de este mundo, lo que hablamos, lo que cantamos, toda ésta realidad que nosotros nos explicamos a través del lenguaje, tratan de urdir un sentido sobre ese vacío esencial que no se entiende, que no se simboliza. La voz, según lo visto hasta aquí, sería una de las modalidades de esa hiancia, que habría que apresurarse a rellenar de sentido. Con las palabras, claro.
Pero hay cada voces…
*Fotos de mi hermana L.