sábado, 11 de octubre de 2008

Adolescente


“No quiero hablar de nada. Me voy a quedar callada. No tengo idea de por qué diablos mis padres me han traído hasta aquí, delante de esta… de esta tipa que se las cree y trata de agradarme. Y con ese acento que tiene… Que cómo me va, que qué es lo que hago en el día, que cómo dije que se llamaba mi amiga? Una payasa, increíble, y mis padres tan tontos que piensan que así saldrán tan fácil de mi, o que sabrán más sobre mi a través de esta, ¿quién se creerá que es, poniéndose así, tan odiosamente comprensiva?
A mi me da lo mismo que pregunte por mis gustos que por mis notas, a ella le contaré el mismo sueño que B. le hizo a su terapeuta. (Je, ya le diré a B. que ella no es la única trastornada del salón, esto ya me está gustando)
Esta se caerá para atrás con el cuento del sueño sangriento. Y le diré también que de pequeña quería mucho a mi mamá y que quería que mi hermana se muriera de repente, eso les encanta escuchar a estas terapeutas, he oído decir. Todos se alarmarán, y yo me divertiré mucho. Y por fin me iré, que es lo que quiero, a comprar ropa con mi mamá, las dos solas, a M…”
Algunos adolescentes no hablan casi en consulta, y muestran una marcada reticencia a responder, a desplegar los síntomas por los que han sido conducidos ante el analista. En ocasiones, con ellos uno se enfrenta a verdaderos silencios imperturbables.
La más delicada de las transiciones, nombraba Victor Hugo a la adolescencia.
Pienso en lo peligroso que puede ser para algunos este momento de “pasaje”, esta transición entre la infancia y la adultez. Es un momento en el que las disímiles tensiones vivenciadas por el adolescente (ya sean corporales, de afectos, de desamparo, o de descrédito a la autoridad establecida) les expone ante una falta absoluta de palabras para describir lo que les está ocurriendo.
Y aquí el acto se presenta con todo el fulgor de su fuerza, como si un acto fuera más contundente, más impositivo, más sentenciador que cualquier palabra. (La pendiente desgraciada de muchas conductas de riesgo a esta edad: desde toxicomanías, trastornos alimentarios, alta velocidad mientras manejan, la violencia, etc)
En especial, el mundo parental que les contenía durante la infancia, cae bajo las ruedas de lo superable, se convierte en lo que es necesario subvertir y poner ahí, en su lugar, nuevos ideales…
Quizás el mayor ahogo que empieza a tratar de dilucidar el adolescente es la irrupción de lo sexual, pero entendido esta vez como el encuentro del cuerpo con los tironeos propios, y hacia un sexo, hacia el otro… al final a solas con uno mismo… en el silencio.

6 comentarios:

GeNeRaCiOn AsErE dijo...

la adolescencia me dejó algo, una especie de identidad a la cual me es imposible renunciar.

oye gracias por pasar por radio freeky Verónica. QuE tal el DF? Guardo contradictorios recuerdos de mi paso por allá, en Altas y Bajas.

Un saludo, tony.

Verónica dijo...

Hola, Tony, que buena visita. Lo que dices me ha dejado pensando, y con esas boberias que se me pegan del oficio se me ocurre: a lo mejor tu recuerdo del DF se parece un poco a la adolescencia, con sus buenisimas cosas y con sus terribles tropiezos! Asi es.
A uds les agradezco haberme paseado ayer por algunas de las canciones que oia en mi propia adolescencia.
Saludos y gracias!
Verónica

Garrincha dijo...

mi adolescencia me trató mejor de lo que yo la traté a ella, ahora que me acuerdo.
buen post.
felicidades.

Verónica dijo...

Muchas gracias, Garrincha! Un honor, un honor que me visite... En verdad, la adolescencia permite ubicar bastante las cosas para cada quien... pero sin el idilio de la niñez y sin el apoyo de la madurez de ser grandes... y con lo que se puede hay que arreglarselas de la mejor manera!
Muchos saludos, y atenta a cada nueva entrega de tu obra,
Verónica

Salva dijo...

Quando lasciamo l'eta´di bambini, diventiamo teenager, e dimentichiamo come pensevamo, parlavamo e vedevamo il mondo da bamibini.
Quando diventiamo adulti, dimentichiamo come pensevamo, parlavamo e vedevamo il mondo da teenager.
Se ci ricordassimo invece come eravamo da bambini e da teenager, ci accorgiamo che si siamo adulti, ma che abbiamo perso valori che si puo´ vedere solo da bambino, e poi da teenager.
Da adulti possiamo imparare molto da loro. Perche ci ricordano come vedevamo il mondo quando eravamo nella loro eta´.
Anche se nella nostra arroganza ci sentiamo maturi perche siamo adulti, in realta´ non lo siamo, se non li ascoltiamo.

I tuoi post sono la prova di una grande sensibilita´ veronica. Ed essere sensibili non e´ una prova di debolezza, ma di grande forza. Complimenti!

Saltui italiani,
Salva :)

Verónica dijo...

Salva, gracias. Creo entender en lo que escribes algo que habia olvidado: desde la edad de adultos a veces para nosotros es dificil entender a los adolescentes, por ejemplo, por haber perdido el recuerdo de como veiamos nosotros el mundo a esa edad, que tiene sus valores propios.
Conozco a algunos, y bien cercanos a mi, por cierto, que no han dejado atras su adolescencia, continuan siendo teenager para toda la vida, con esos valores y esa vision del mundo. (Yo me alegro que no todo el mundo siga el mismo caminito de todos hasta la madurez)
Saluti,
Verónica