
La verdad, me ha inquietado.
En primer lugar, tratando de perseguirle su rastro en los relatos de los pacientes: el sujeto acude a su analista, le cuenta sus historias personales, los recuerdos de su vida. ¿Es esto verdad en sí? ¿Importa?
Aquí habría que tener también en cuenta el esfuerzo denodado del sujeto con tal de desconocer ciertas verdades (la castración) y de ahí que reprima y niegue. Y no apartándonos totalmente de la clínica, el concepto de verdad irrumpe certeramente en el corazón mismo de la experiencia analítica; pues, el psicoanalista facilita allí una interpretación, y en virtud de esto en la cura se revelaría una “verdad” que el sujeto no sabía o no quería saber, una verdad que hasta entonces estaba “oculta”.
En segundo lugar, habiendo sido ampliamente abordada la verdad desde la filosofía, en su cualidad de adecuación con la realidad, y su verificación en ella, el psicoanálisis, al menos, ha evidenciado su veleidad y denunciado su dependencia de la subjetividad de cada quien. Quiero decir, que se ha dedicado, con buen impacto, a no hablar casi de otra cosa que no sea enarbolar la individualidad de las verdades, las que serían patrimonio de cada quien, y contingentes.
Otros siglos establecieron que la religión sería la destinada a atesorar para sí todo este poder de detentar la verdad, y de no compartirla. Se sabía bien entonces dónde ubicarla. Ahora, desplazándose, es la ciencia quien parece sostener toda la garantía de la verdad, y en casi todo.
Para Lacan, la verdad (no podía ser de otra manera) es un producto del lenguaje. Pero (y aquí se vislumbra lo verdadero) no pertenece al lenguaje, no puede nombrarse con los significantes, no es del mismo campo de las palabras, sino que está por fuera de él. Y esto es, y
en tercer lugar, la proposición según la cual, como el significante no puede decir la verdad, no puede asirla, la verdad estaría relacionada más bien con los efectos del lenguaje.
Pues en cuanto a la verdad, ella de lo que trata es del goce, en la orilla misma con lo real, y designa a medias esta satisfacción. La verdad es hermana de este goce prohibido (Lacan) Y de este modo se separarían aquí el campo de la realidad (que puede nombrarse, ponerse en proposiciones lógicas de verdadero o falso) y el campo de la verdad, propiamente, que estaría en relación con el objeto, con algo no significantizable.
Sé que no termino de aprehenderla, que se me escurre, la verdad.
Finalizo con un juego, que no es mío pero que es muy exquisito y adoré recientemente, para intentar decir algo con respecto al lugar de la verdad en psicoanálisis:
Ver….dad. Se ha visto, y se dará, en consecuencia, una verdad particular en el fantasma de cada quien.
*Foto de mi hermana L