sábado, 4 de abril de 2009

La interpretación del psicoanalista (I)


Lo que un psicoanalista ofrece en el análisis es una escucha, continuada y atenta. Y tal y como se espera de él a partir de esa escucha, en momentos muy puntuales del tratamiento, el analista hará una interpretación de los dichos del paciente.
La interpretación, casi como ningún otro elemento del análisis, denuncia el enorme poder y peso que tiene la palabra por sí misma. Constituye esa intervención privilegiada que hace el analista para tocar, a través de lo que se viene diciendo, la determinación inconsciente que hace repetir infinitamente siempre lo mismo en la vida del sujeto.
La palabra que prodiga ahí el analista trata de hacer un desciframiento, pero quedándose en un intermedio equívoco, entre lo afirmativo y lo negativo, en lo alusivo, quizás lo oracular, para que quede un poco inasible su propio sentido (que el sujeto se pregunte el enigma ¿qué habrá querido decirme mi analista?) Se trata, intencionalmente, de no otorgar más sentido, sino de poder alcanzar algún sinsentido.
Es así como la maniobra del analista intenta despojar a las palabras de toda la hojarasca de sentidos y dejarla en el hueso desnudo de casi un absurdo, de algo que ya no remita a más sentidos trillados. Para lograr esto, para cercar ese hueso, se utiliza, además de las tácticas interpretativas mencionadas, la citación de las propias palabras del paciente. Pues con la cita de los dichos, una homofonía podría hacer resonar entonces el eco de nuevos pasillos que transitar, y también pudieran hacerse surgir así nuevos anudamientos entre las sílabas de las palabras escuchadas. O bien, en su sencillez, consiste en repetir literalmente una frase determinada del discurso, que ya al ser aislada y ponderada por el analista cobrará otros brillos y otros significados.
La temporalidad es decisiva con respecto a la interpretación, pues no es algo que el analista prepare desde antes de la llegada de su paciente o que pueda dejar para otra ocasión. Es algo que se da en ese instante preciso del discurso que aquél viene contando… de no hacerlo ahí, se pierde para siempre la oportunidad de haber intervenido y haber modificado el curso de las repeticiones inconscientes del sujeto.
Ahora bien, ¿cómo verificar que la intervención que ha hecho el analista tiene carácter de interpretación? No es el asentimiento del paciente lo que nos hablará de la eficacia o no de esos momentos esporádicos en los que el analista interrumpe, con su palabra o su acto, e ilumina algo que estaba oculto hasta el presente.
Una interpretación se hace apoyándose (sin otro remedio) en la transferencia que se ha establecido ya en el tratamiento. Y esto es forzosamente así porque el sujeto sólo recibirá tales palabras como viniendo de la persona que él se cree que es el analista según la transferencia.
Pero la interpretación se mide por sus efectos; es decir, cuando a partir de ella “algo” del goce, o de la satisfacción pulsional se haya modificado. Una interpretación producirá un antes y un después, y será decisiva en el trascurso de una cura psicoanalítica.

2 comentarios:

Carlos Fernández del Ganso dijo...

Hola Verónicas. Me parece interesante tu pots, por lo que me animo a incidir, en lo que podría ser entendido como una confusión: La interpretación es el método psicoanalítico. Y al no ser del psicoanalista sino del psicoanálisis, a veces le sorprende tanto al analizado como al analista.
Buen trabajo tu blog.
un saludo.

Verónica dijo...

Hola, Carlos Fernández, Le agradezco mucho su comentario, y añado más peso para una posible clarificación del concepto de interpretación (si es que pudieran evadirse realmente todas las confusiones en psicoanálisis) De alguna manera el inconsciente es quien ya ha hecho una interpretación a partir de lo real, sólo que en términos edípicos, y con un cauce definido lógicamente hacia la fabricación de síntomas. Y el paciente va y comienza su análisis.
La intervención que hace el analista, aquella que tiene carácter de interpretación, irá en contra(a contrapelo) de esa vía interpretativa sintomática, consiguiendo apuntar a los mecanismos inconscientes responsables de la producción del goce contenido en dichos síntomas. Esa modificación que lograría la interpretación que hace el analista en un momento dado de la cura, la puede conseguir desde la posición que ya ocupa en el inconsciente esta figura del analista... si se ha instalado la transferencia, y si el analista no se queda prendado en el lugar del todo saber... Y como bien Ud dice, aún cuando se haga cierto cálculo de tal intervención, una interpretación puede a veces sorprendernos en la cura, no previendo los efectos desatados.
Incluso, se habla que la mejor interpretación es aquella que no se espera.
Perdón por haberme extendido, me animaré a escribir algún otro post al respecto.
Con mis saludos, y gracias!
Verónica