domingo, 2 de noviembre de 2008

Lo nuevo y la cita


En la actualidad vivimos compelidos a conseguir no sólo lo más nuevo, sino a rechazar lo viejo. Es el reemplazo impío de lo que recientemente acaba de surgir, (Ah, qué instante ese tan efímero de la creación, ¿verdad?), por lo que vendrá, lo que está más allá, lo por venir, lo bueno por ser “más nuevo”.
Esta vertiginosa búsqueda y deseo de lo nuevo no se reduce sólo a tener lo más actual, la última novedad, ya sea noticia, objeto, idea o pecado. No, fíjense uds., ya eso es una idea vieja.
Pero, si por el contrario, yo hago estallar una contra otra, la idea de buscar lo nuevo, con la idea de las citas en lo escrito, quizás me quede para uds en lo ya leído, pero para mi se acaba de convertir en un placer esta alquimia misma que empuja a la paradoja: Quiero decir algo novedoso, y a la vez me encuentro citando a otros autores. Viejos.
Si cito a los demás autores para sustentar mi palabra, aquí estoy cediendo lo novedoso, por la aceptación de mi discurso como válido.
Hay todo un saber “dormido”, aceptado, garantizado, todo un caudal de ideas que muchísimas personalidades han escrito en la historia cultural. La comunidad ante este saber, en consenso más o menos mayoritario, ha enjuiciado: Eso es una verdad.
Bien, al citar, es como si yo dijera: Es aquel el autorizado, yo sólo repito, y combino mis ideas con las suyas para intentar que aparezca algo nuevo. (Las citas no son exactas, aunque padezcan de nuestro prurito de exactitud) Y casi siempre, el citado calla, no me desenmascara, no defiende su idea pura, no se entera siquiera…
En la clínica psicoanalítica lo nuevo está en juego desde el momento en que se recibe al paciente, y se le toma como un sujeto único, nuevo, que no se le compara, ni a él ni a su síntoma, con todos los pacientes recibidos anteriormente.
Pero lo novedoso y la cita están amalgamados con más precisión en la operación por excelencia del psicoanalista, me refiero, por supuesto, a la interpretación. El analista se vale para interpretar en la cura, también, de la cita de lo que el propio paciente acaba de decir.
Se le confiere así un gran peso a la frase que ha pronunciado el mismo paciente, se la repite desde otro ángulo, se le “cita”. Y surge el milagro de la creación de un nuevo sentido, que resuena como si hubiera estado allí, también, agazapado en esa frase.
A partir de esa cita, de entrecomillar su dicho, algo enigmático puede aparecer para el sujeto, quien ahora quedaría confrontado a descifrar por él mismo lo que ha podido ser dicho (y escuchado), además, con sus mismas palabras.
El paciente estaría en posición semejante a la de un autor ya consagrado en la cultura, pero la cita que de sus palabras hace el analista (único público para este autor) tendrá la connotación y la intención de torcer su significado para extraer de ahí una nueva significación. Y que eso tenga sus efectos.
Deslizo un ejemplo (qué coincidencia, estoy citando a un colega) para ilustrar un poco una de las maniobras interpretativas en análisis: Viene la joven a consulta, se sienta y dice: La verdad, no tenía ganas de venir. El analista repite la misma frase pero levantando la coma, haciendo que se escuchen otras detonaciones con relación, posiblemente, a un cuestionamiento de que si la verdad no viene…
Quizás existe una manera para conseguir lo que tanto se anhela hoy en día. Tal vez: atravesar lo viejo, las citas, los dichos, el saber aceptado, y poder encontrarnos bruscamente con otra cosa, con algo completamente nuevo, luminoso… ¿O no?

4 comentarios:

Güicho dijo...

Si filosofamos desde aquí, veremos que, en su esencia, toda nuestra cultura se basa en la continua re-interpretación de lo viejo. Las verdaderas novedades suelen ser mínimas. Son el enfoque y el instrumentario los que acaso varían sustancialmente. Así que la intensión sana no es "hacerlo diferente", sino "hacerlo mejor." Lo primero es una farsa, si bien puede acabar en tragedia.

Y por el lado mundano, este asunto es cosa de primates: mono ve, mono hace, y luego algunos monos lo hacen mejor. Y hay uno que hasta grita "lo hice yo." Pero entonces llegó la compleja mediocridad social del igualitarista siglo XX y rompió el esquema natural. El mono ahora se baja cobarde con referencias.

Verónica dijo...

Si, yo también me acorde de la dialectica, de Hegel y del marxismo con la idea de la utilizacion de lo viejo para edificar lo nuevo. (Con toda la reaccion que todavia esto me produce)
Tal vez lo que más llame a lo verdaderamente nuevo sea estar ante lo realmente enigmático, ante el silencio, por ejemplo, o algo ante lo que uno no tenga con qué responder, que no cuente con muchos recursos o experiencias anteriores parecidas. Ahi, pudiera inventarse algo nuevo... aunque en ese caso sólo sea novedoso para uno mismo.
Y si es poesía, por ejemplo, y de la buena, después la gente se la apropia, la universaliza... y ya entonces no será tan nuevo.
Saludos, gracias por pasar!
Verónica

Anónimo dijo...

Hola Vero, Güicho¡ Permíteme Verónica en crear algo nuevo en decirte Vero. Con cariño y respeto¡
Pienso habría que definir "nuevo" para cada contexto, frase, oración, cualquier cosa. Empezando por algo muy básico, nuevo es contrario/antónimo de viejo. Esta definición sería para algo completamente nuevo creado, porque si no se crea no puede ser nuevo. Otra cosa es crear a partir de lo viejo, entonces sería, elaborar, formar, reformar, ¡nuevo!, porque antes no existía tal nueva cosa o concepto, etc. Caemos pues en el campo de las acepciones de las palabras.
Un abrazo¡ Espero no haber aportado nada nuevo¡ :)

Verónica dijo...

Hola, Papelbit. Quizás no haya nada nuevo bajo el sol, porque inmediatamente que paraece algo nuevo o totalmente desconocido, enseguida tratamos de asociarlo, de componerlo con términos conocidos, digamos, de triturarlo con lo que ya sabemos. Por suerte es asi.
Pero. Yo quería señalar (o ilustrarlo) ese instante ínfimo, en el que, por ejemplo, en análisis, para un paciente se le coloca ante lo nuevo, lo que ha surgido así, increíblemente, con un sentido muy novedoso, a partir de sus mismas palabras, con la interpretación del analista... Y eso produce, no creas, algun desconcierto, asombro, negación, pero la mayoría de las veces...produce mucha risa... ese descubrimiento. Los pacientes se ríen mucho cuando ante ellos aparece este "otro sentido"...
¿Asi que Vero? La nominación, poder nombrar algo es ya todo un acto inaugural, nuevo... En mi caso, es un seudonimo, lo siento. Y abreviado asi, no puede dejar de reconocerse que justamente, Vero, indica verdad o veracidad... Lo acepto con agrado, pues, ese Vero nuevo, que sin querer (ah!) apunta a su antónimo.
Muchas gracias, saludos,
Vero (nica?)