domingo, 3 de agosto de 2008
Encuentro en la otra orilla
Estoy en Cancún. En el súper, haciendo las compras. Detrás de mí en la cola de la Panadería se para un muchacho y me mira con insistencia, con una de esas miradas de abajo hacia arriba, y no al revés. Me aborda y me pregunta cualquier cosa sin importancia. Yo noto que él estaba algo sucio, en shorts y camiseta, muy bronceado… Pero que abría los ojos cuando me oye hablar. Y con confianza indiscutible sonríe y: “¿De qué parte de Cuba tú eres?” Le digo que de La Habana, y me dice: “Yo soy de Pinar del Río, y…acabo de llegar….”
Ahí entendí, es una de las situaciones más connotadas en las noticias locales, el arribo de cubanos en lanchas, por mar, que se internan en México… Había algo que me dolía en todo esto, y de repente, ese muchacho apenado bajó la voz y me dijo que tenía mucha hambre… Y supe que ni yo quería oír ni él quería hacer la historia de su reciente aventura, pero que toda su imagen, su bronceado distinto al de los miles de turistas que nos rodeaban, su mirada diferente a la de los clásicos indigentes de los semáforos, la vivacidad de su ánimo al estar pasándola mal ahora pero a la vez de qué buen éxito he tenido al llegar… todo ese conjunto me tocaba bien de cerca y me disponía para tener que hacer algo.
Le dije que escogiera lo que más quisiera ahora mismo, que yo se lo pagaría. Me miró resignado. (¿Qué tienen los hombres cubanos que les incomoda tanto que una mujer les pague?) Todavía balbuceó un cuando nos veamos de nuevo yo te invitaré entonces, fue hasta donde llegó antes de que le alcanzara otra vez la insistencia del hambre.
Fuimos a pagar, no sabía terminar de agradecerme, quería seguir hablando, algunas incoherencias acerca del olor de los dulces, de qué yo hacía, cuánto tiempo iba a estar en Cancún… Le di la mano, estaba áspera. Y seguí mi camino, sin ningún otro remedio para esta situación.
*Foto en la playa de Cancún
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8 comentarios:
Qué habrá sido de él? Tiene ahora un largo camino por delante... y tuvo suerte de llegar vivo, me alegro por él.
Tú, te imagino... no sé cómo yo hubiera reaccionado ante igual situación... porque a los gaticos chiquitos que dejaban en la esquina de mi casa "olvidados" yo los recogía, los llevaba para la casa y les daba leche, pero cuando se trata de personas ya todo no es tan fácil...
Saludos desde Berlín!
Pues si, Aguaya, creo que es dificil distanciarse un poco, cuando se trata de personas, y de gente que estan pasandola mal ahora por una circunstancia especifica. No supe qué se hizo este muchacho, quizas si algun dia el se leyera esta entrada...
A pesar de despedirme de él, y virarme e irme, despues me acompaño una sensacion como de tristeza, tanto que tuve que escribir esto.
Saludos,
Verónica
...sí, así imaginé :-(
Una bella historia. Dice mucho sobre ti.
Hola!!
Pasé aquí en tu blog y esta historia me ha dejado sin palabras.
¿Qué historia ... me imagino ... Yo no sé lo que estaba en su situación.
Beijos lusos:)
Sofia
Gracias, Sofia, por pasar! Este joven a mi tambien me conmovió. Qué habra sido de él? dónde estará ahora? Al menos, despues de tal travesia, llegó bien a Cancún...
Saludos,
Verónica
Muchas gracias, Al Godar. Es todo un honor. Y un gusto darle la bienvenida aqui en el blog.
Saludos,
Verónica
Muy buien blog, recien lo he descubierto. Felicidades, escribes cosas muy interesantes.
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